El extraordinario libro “La geografía: un arma para la
guerra” de Yves Lacoste presenta muchos argumentos respecto a lo que es la
geografía hasta 1976 –año en que se
publicó el libro en París- y lo que debería ser la geografía en el futuro. Yves
Lacoste, considera que la geografía es un arma para la guerra, algo que, en su
opinión, ha sido ocultado por el poder del gran capital, pero también cree
necesario que los estudiosos geógrafos deben desarrollar una geografía marxista,
aun inexistente o poco desarrollada.
La importancia de Lacoste destaca entre los geógrafos por la
claridad con la que expresaba sus ideas. Las líneas dedicadas al marxismo y a
otros aspectos éticos se encuentran en la segunda mitad de su libro, mientras que
en la primera se dedica principalmente a un análisis de la sociología de la
geografía y a difundir lo que él considera el objetivo prioritario de esta
ciencia: servir para la guerra.
En esta ocasión, nos enfocaremos en la segunda mitad del
libro para dejar claro que muchas de sus sugerencias éticas siguen presentes en
los llamados geógrafos críticos hoy en el siglo XXI, a pesar de que muchos de
ellos no hayan reparado en las fuentes de su idea por parte de algún geógrafo.
Sin embargo, no todas sus ideas han sido asumidas en la doctrina crítica, pues este
movimiento ha pasado por alto–probablemente de forma inconsciente- una parte
importante de su pensamiento que –quizá- habría brindado mejoras en la
investigación geográfica de los marxistas y en otros quizá simplemente la
habría empeorado o dificultado, no sin antes contribuir con una crítica
necesaria al proceder del profesional, desde una óptica interesante como la de
Lacoste. En este artículo resumimos cada uno de esos aspectos: las ideas
adoptadas por los geógrafos críticos y lo que dejaron de lado de la obra de Yves
Lacoste.
La revista más popular "Herodoto", de la mano con su tesis, la geografía un arma para la guerra, es parte de los aportes de Yves Lacoste.
Certeza del marxismo
Yves Lacoste asume decididamente que los análisis marxistas
son una representación fidedigna de las relaciones sociales. En la actualidad,
muy pocos geógrafos –y en general, cualquier persona-tendría tal valentía para
afirmar que el marxismo, en su vertiente de teoría social del capitalismo, es
una representación que calza apropiadamente con lo que ocurre en el mundo
contemporáneo. La implosión demográfica del movimiento marxista desde finales
del siglo XX así como la liberalización económica mundial, marcan la pauta de
lo ocurrido en el mundo del conocimiento también, donde una mayoría dispone de
teorías sociales diferentes a los conceptos y elaboraciones teóricas complejas de
los marxistas.
Una muestra de esta certeza que había en la teoría marxista,
según Lacoste, se demuestra cuando las instituciones de investigación social
confían en un estudioso marxista –que podría ser un geógrafo- para dirigir o
ser parte de los proyectos de investigación científica.
“Cabe decir incluso que, muchas veces, cuanto más
corresponde el objeto de la investigación a tensiones políticas graves mayor es
el número de geógrafos marxistas (de sociólogos marxistas, de urbanistas
marxistas) que obtienen el contrato de investigaciones que permitirá su
análisis”.
“Claro está, no se confían estas investigaciones de
manera deliberada a los marxistas, que aparecen más o menos marxianos en la
exposición de su programa de investigaciones, pero su problemática se impone
como la más eficaz, como la más pertinente…”. (p. 114)
Esta confianza en la teoría de las relaciones sociales de
producción, del plus valor, de los antagonismos sociales irresolubles dentro
del sistema y del desarrollo de la conciencia de clase social, son considerados
como verdades en la mayoría de miembros del movimiento denominado “geografía
crítica”, tal como las considera el mismo Lacoste. Es cierto que hoy es difícil
escuchar o leer apartados referentes a la geografía marxista, en realidad se
habla mucho más acerca de la geografía crítica, pero eso no implica que, al
igual que Lacoste, consideren como verdaderas las conclusiones teóricas de
Carlos Marx y muchos de sus sucesores. He aquí una primera consideración común,
entre Yves Lacoste y los geógrafos críticos.
Papel de los objetos de estudio en geografía humana
Yves Lacoste titula un capítulo de su libro “Las mujeres y
los hombres que son “objeto” de estudios”, donde elabora un juicio ético
negativo sobre la praxis de los investigadores que no son sinceros con la población
que es objeto de su estudio. Es decir que al callar las razones por las que
realmente van a estas comunidades, están haciéndole daño a la población por lo
siguiente:
La población no tendrá acceso a la información sistematizada
que dirige el Estado o una institución privada.
No mejorará o solucionará los problemas sociales que aquejan
a la población, sino que incluso pueden agravarse al no conocer los análisis
espaciales de su territorio y no poder combatir con ese saber a las empresas transnacionales
y el saqueo que sufrirán.
Para solucionar este percance ético sobre el objeto de
estudio de los geógrafos, Lacoste propone que se informe a la población, cuál
es el motivo de las investigaciones de que son objeto. Una vez enterada la
población, deberán esperar que esta les dé el visto bueno para proseguir con la
investigación, en caso contrario no debería realizarse tal estudio.
“Es cierto que una vez revelados los objetivos de una
determinada investigación al grupo que debe ser su objeto, ésta no podrá
llevarse a cabo y el geógrafo deberá partir. En determinados casos, resultantes
de un mal entendimiento, esto puede ser lamentable. Pero las más de las veces
será para bien y gracias a ello no podrán practicarse ciertas fechorías.
Pensándolo detenidamente, es totalmente justo que un grupo se niegue a ser
estudiado y se oponga a que se enlace su manera de utilizar el espacio en que
vive”.
(p. 125)
En la actualidad, los geógrafos críticos suelen postear en los sitios web de redes
sociales que “una investigación de tesis no mejorará la vida de las poblaciones
estudiadas” o ponen en boca de las poblaciones estudiadas preguntas como “¿en
qué mejorará mi vida si logras hacer tu tesis?”. Evidentemente, algún nexo hay
entre la sistematización de Lacoste y las pretensiones de los geógrafos
críticos contemporáneos. Sin embargo, la diferencia más saltante es que Lacoste
lleva hasta el último término tal consideración ética y propone que no se
estudie a una población sin su consentimiento. Hasta ese punto no han llegado
los geógrafos críticos actuales.
En opinión de ungeografosingeografia,
resulta complicado asumir la sugerencia ética de Lacoste, a pesar de las buenas
intenciones que pueda tener en el fondo. En primer lugar, porque no toda
investigación se realiza con el objetivo de practicar actividades dañinas para las
poblaciones que se encuentran en el área de influencia de algún proyecto.
Pero en caso se trate de estudios previos para desarrollar
industrias extractivas, como los estudios de impacto ambiental, la solución no
radica de modo fácil haciendo consultas previas. En la actualidad tenemos el
caso peruano, donde recientemente se ha aprobado una “ley de consulta previa”. Consiste
en realizar una consulta formal a las poblaciones nativas o indígenas –es
decir, aquellas que rigen su vida por un conjunto de leyes y derechos
consuetudinarios muy diferentes al del Estado peruano; o que simplemente
adquirieron tal denominación tiempo atrás- antes del inicio de una actividad
extractiva que tenga un impacto ambiental muy fuerte.
Lo que ha ocurrido, según el geógrafo peruano especialista
en temas ambientales Walter Díaz Cartagena, es que se desarrolla una
negociación muy ambiciosa entre la empresa y las comunidades que viven dentro
del área de influencia, a las que se les aplicará la consulta previa, donde definirán
los beneficios que obtendrán si están dispuestas a aceptar dicha actividad
extractiva. El problema es que en el área de influencia, principalmente en el
caso de comunidades amazónicas, aparecen muchísimas nuevas comunidades
asentadas desde que se enteran que allí se desarrollará un proyecto. ¿Cuál es
el objetivo de las comunidades? Obtener todo el beneficio posible que puedan
negociar con la empresa, lo cual va desde recursos tangibles e intangibles, e incluso
dinero en efectivo. Por lo tanto, queda claro que no todas las comunidades o
sus miembros están dispuestas a repeler la actividad extractiva o la odien per se ni una consulta es el mejor
método en comunidades como las amazónicas, donde el reasentamiento espacial es
fácil de practicar, ya que no hay derechos privados sobre la tierra que no
permitan dicho reasentamiento, ni tampoco presencia del Estado.
Pero, si no se tratará de actividades extractivas, negar la investigación
puede traer mucha desinformación para todos. Hoy, con la globalización 3.0
podemos tener acceso a un caudal inmenso de información que sigue sin ser
revisada por muchísima población que prefiere la industria del entretenimiento
u otra distracción como pasatiempo antes que el estudio. El problema no radica
en la información oculta, sino en la dejadez del público en no tener
intenciones de enterarse de las cosas y estudiar a fondo los temas de interés.
Hoy tenemos más información que nunca, pero hay menos intenciones de revisarla.
En sintonía con lo anterior, Yves Lacoste reniega de las
instituciones privadas que realizan investigaciones y no difunden sus
resultados. Desde un punto de vista científico eso sería negativo, sin embargo,
pensando esta idea y contextualizándola en el mundo contemporáneo, no sería
compatible con la llamada economía del conocimiento. La competitividad
empresarial radica también en el secretismo de las fórmulas (para bebidas como
Coca-Cola, o en investigaciones de fármacos), de los procesos, de los
softwares, e incluso de los recursos naturales. Sin embargo, en los temas
geográficos o de ocupación de la superficie terrestre en general existen muchas
instituciones que han brindado mucha información relevante. A diferencia de lo
que creía Lacoste, hoy tenemos más capas e imágenes satelitales que nunca, disponibles
gratuitamente, por lo que resulta jocoso creer que toda esa información la
mantenían en secreto porque era un arma para la guerra total. Si así fuera,
google mapas no existiría. Curiosamente, los estados marxistas son los que no
permiten el acceso a internet a su población, y menos a la cartografía, como ha
sido Cuba y como sigue siéndolo Corea del Norte, por citar ejemplos.
En todo esto, existe alguna relación entre Yves Lacoste y
los geógrafos críticos, sin embargo hoy los geógrafos críticos son cautos y
apenas llaman la atención de la inutilidad de sus tesis. Sin embargo, la
solución a este asunto ético que preocupa a varios debe buscar soluciones por
otro camino.
Dificultades entre geografía humana, geografía física y
marxismo
“Uno de los más antiguos síntomas de las dificultades de
los “geógrafos marxistas” ha sido la orientación de algunos de ellos, y no
precisamente los menos importantes, hacia el estudio casi exclusivo de los
problemas de geografía física y muy especialmente de geomorfología, que está
claro que dependen en escasa medida de una problemática marxista”. (p. 85)
En este caso, también aparece algún parecido con las ideas de los
geógrafos críticos, solamente que ahora los geógrafos críticos, al menos los
que se manifiestan abiertamente en los eventos latinoamericanos, no creen que
exista una “geografía física”, pues la geografía es una ciencia social a secas.
El estudio de las variables físicas es un complemento para entender a la
sociedad, y no una rama independiente con igual estatus epistemológico, como se
ha considerado durante mucho tiempo con la división en geografía humana y
geografía física. En este caso, Lacoste reflexiona y concluye que el marxismo
tiene un papel en la geografía humana mucho más marcado que el que ejerce sobre
la geografía física, pero no por ello desconoce la existencia de esta
geografía. En ese sentido, hay una diferencia, pero se asemejan en cuanto
Lacoste considera a la geografía física como un problema, como una elección del
síntoma “de las dificultades de los geógrafos marxistas”.
Marx, marxistas y la geografía
Un punto muy importante, sobre el cual los geógrafos
críticos no se han pronunciado abiertamente es sobre el determinismo
geográfico, y la obra de Marx y los marxistas. Por determinismo geográfico se
entiende vulgarmente que son exclusivamente los factores naturales los que
dominan el comportamiento social y psicológico humano. En realidad, resulta
increíble que prácticamente nadie haya defendido descabellada tesis, pero que
muchos geógrafos la critiquen sin mayor información de respaldo. La revisión de
los textos de Ratzel y Huntington no aclara tan radical postura, aunque este
último autor quizá sea un representante aproximado.
Sin embargo, tomando en cuenta tal definición, citamos a
Lacoste:
“Lo que más sorprende no es tanto la falta de interés de
Marx por los problemas geográficos como la disyunción entre sus textos teóricos
más acabados, El Capital en primer
lugar, y sus textos más circunstanciales, militares o político-estratégicos. Lo
que sorprende, en el seno mismo de los textos más acabados, no es tanto la
ausencia de interés por los problemas geográficos como la irrupción de una
problemática globalmente aespacial de razonamientos geográficos, groseramente
deterministas”. (p. 82)
En este caso, si asumimos como determinista la definición
arriba colocada –y que no compartimos como falsa, pues un factor natural puede
ser tan poderoso en determinadas circunstancias que fuerza el accionar un humano
en una dirección determinada-, resulta contradictorio, leer al final del libro
una reflexión sobre el Che Guevara y el papel del ambiente en que practicó el
intento de revolución en Bolivia.
“La tragedia del Che ha demostrado que no todas las montañas
boscosas de América Latina eran, en determinado momento, el equivalente
estratégico de la Sierra Maestra; ¿cabe decir que quienes lo creyeron han
muerto por esta falta de análisis geográfico, por tanto, por este error
estratégico, mientras que en otros lugares, quizá incluso en las montañas
próximas a aquellas en las que fracasaron, acaso habrían conocido la victoria?”
(p. 149)
No es desestimable la aseveración, sin embargo para alguien
que reniega del determinismo, resulta extraña. Al parecer, lo que Lacoste quiso
decir al calificar a Marx como determinista en realidad debió ser “simplista”.
De modo tal que Marx tenía una visión simple de la geografía, mas no
determinista, aunque es difícil demostrar que eso sea realmente lo que Lacoste
quería referir sobre el Capital de Marx.
De otro lado, Lacoste consideró que los aportes de Rosa
Luxemburgo y de Antonio Gramsci no han sido tomados en cuenta para desarrollar
la geografía marxista, aun cuando eran los más adecuados, y que probablemente
se deba al legado del estalinismo. Sin embargo, habría que recordar los textos
de Stalin sobre “la cuestión nacional”, que tienen importancia para el estudio
dela geografía política. No obstante –valgan verdades- la sociedad estalinista
promovía un sistema de censura científica distinto al ritmo de vida megalothymótico que llevó el propio
Stalin, por ello, la aclaración de Lacoste podría no descartarse de inmediato,
y requiere una evaluación detallada. O sea, Stalin desarrolló una obra que otro
individuo soviético no tendría el permiso de desarrollar o criticar. Lo
anterior es un intento de interpretación de las aclaraciones de Lacoste sobre
el estalinismo, a la luz de los acontecimientos, sin embargo no sabemos lo que
en realidad haya ocurrido con la teorización espacial en el mundo soviético
respecto a la ausencia de marxismo en sus estudios geográficos.
De cualquier modo, no resulta sencillo encontrar
aseveraciones semejantes entre los geógrafos críticos contemporáneos con los
intentos de crítica de Lacoste en el seno del marxismo. Lo cual significa otra
diferencia más.
El aporte de la New Geography o Geografía cuantitativa
De todos los temas vistos, en opinión nuestra, el más
llamativo resulta ser la consideración que tiene Yves Lacoste respecto a la New
Geography o Geografía cuantitativa. A diferencia de los geógrafos críticos
contemporáneos que reniegan de los números en su mayor cantidad, nuestro autor
creía que era muy útil e incluso necesarísima. En su visión no había manera de
reemplazarla. La geografía aplicada y la geografía cuantitativa habían llegado
para quedarse. Pero lo que había que intentar era utilizarlas para beneficio
del pueblo y no en su contra como hacen las empresas transnacionales y el gran
capital, a decir de Lacoste.
“La geografía “aplicada” o la geografía “cuantitativa” no
deben ser discutidas por sus condiciones intrínsecas; la orientación de la
primera y los métodos de la segunda son indiscutiblemente positivos y, por otra
parte, no es posible frenar su desarrollo. Pero deben denunciarse sus
ineluctables consecuencias políticas: el hecho de que estén orientadas en
función de las exclusivas preocupaciones del poder y de que sus resultados sean apropiados por
quienes poseen las palancas de mando de las organizaciones burocráticas y
financieras confiere simultáneamente un papel especialmente importante en la
investigación universitaria (pero a sus insuficiencias), en la medida en que
sus resultados son no solamente publicados y discutidos entre “especialistas”
sino que pueden alcanzar también por diferentes canales círculos mucho más
amplios”. (p. 103-104)
Al respecto de esto, notamos una clara diferencia con los
geógrafos críticos que –siguiendo a Harvey probablemente- descartan de raíz los
avances y metodologías de la geografía cuantitativa. Otro aspecto que los
diferencia.
Conclusión
Tras revisar estos cinco puntos clave dentro del ideario doctrinal
y ético de los geógrafos críticos, observamos que las semejanzas son generales,
mientras que las diferencias son un tanto más marcadas. Los geógrafos críticos,
junto con Lacoste, confían en la certeza del marxismo como teoría social. Ese
punto puede ser el ancla común del autor respecto al movimiento.
Sin embargo, en los demás puntos como la información
geográfica, la relación entre geografía humana y física, el determinismo en
Marx, la ausencia de espacialidad en la literatura marxista o en sus
reflexiones acerca de la geografía cuantitativa, notamos más diferencias.
De cualquier manera, los geógrafos críticos no harían mal en
recordar que la matemática puede ayudar y perfeccionar el estudio de la
geografía, como pensaba Lacoste. Y sobre los puntos más polémicos, podrían
ayudar a mejorar sus planteamientos. No olvidemos que Lacoste vivió una época
en la cual todos eran víctimas del momento, por lo que su ingenio se orientó a
buscar soluciones en el marxismo clásico. Ahora las preguntas que deben buscar
respuesta son: cómo solucionamos el problema de la consulta previa, cómo
solucionamos el problema de la geografía humana y física, cómo rescatamos los
aportes positivos del marxismo y desechamos o cuestionamos lo negativo. Esa es
una tarea para los geógrafos de hoy. ¿La estamos realizando? Con certeza,
Lacoste sería parte de ese debate.
[Próximamente saldrán
algunos artículos tratando de especificar algunos puntos específicos revisados
en el presente escrito.]