Paul Krugman y el euro
17:02Alex Marcelo Carrillo Díaz
Geógrafo
Si ha leído mi artículo sobre Andrés Oppenheimer y su propuesta supranacional para formar una suerte de Unión Europea en Latinoamérica, quizá haya pensado, “como no se me
ocurrió antes”. Los argumentos a favor de su propuesta como la
previsibilidad política y el incremento demográfico de los consumidores parecen
irrebatibles.
Los que no estén
enterados pueden creer que una propuesta supranacional como tal es respaldada
por toda la élite intelectual que defiende el libre mercado, de suerte
que solo los antisistema podrían criticarla[1] (te habrías enterado si hubieras leído mi artículo sobre Paul Krugman y los zombis). Por increíble que parezca, nada está más lejos de la realidad. Existe
un sector de economistas que defiende el libre mercado pero que no cree en los modelos supranacionales como la Unión
Europea. Si no los conoces, te presento a uno de ellos. Con vuestra Merced, el premio
Nobel de Economía, Paul Krugman.
Maticemos un poco.
Paul Krugman no está en contra de toda la Unión Europea, está fundamentalmente
en contra de su moneda, el euro.
“Muchos de los
problemas de Europa provienen de la decisión desastrosa tomada hace una
generación de adoptar una moneda única” (Krugman, 199), nos dice el economista,
quien se autodenomina como un “euroescéptico”. Reparen en lo que dijo, tener una moneda única fue una decisión desastrosa.
Durante la crisis
financiera iniciada el 2008, Krugman consideraba que la mejor
alternativa para Grecia, uno de los países que más sufrió mucho los embates de la crisis, era
retirarse de la Unión Europea.
Su principal argumento
en contra del euro es que cada país que conforma la Unión Europea sufre la
crisis a su manera. O, lo que es lo mismo, la crisis se distribuye de manera
distinta en todo el territorio, concentrándose en zonas específicas.
Por ejemplo, en el
caso de España, hubo un incremento espectacular del valor de las casas y
terrenos, lo que se conoce como burbuja inmobiliaria. Esto incentivó a que
muchos inversionistas soliciten prestamos o inviertan su riqueza en este
sector. Cuando los precios comenzaron a caer, los prestamistas no tenían como
pagar sus deudas o perdieron gran parte de su riqueza.
En Grecia, la crisis
encontró un país que había despilfarrado mucho dinero público y el Estado se
encontraba fuertemente endeudado. No había manera de afrontar la crisis ya que
el Estado no tenía los recursos necesarios. La Unión Europea no estaba dispuesta a prestarle dinero si no aplicaba políticas de austeridad, donde el Estado tenía que dejar de aplicar muchas políticas de ayuda social.
Siguiendo el
razonamiento de Krugman, en una depresión económica se debe aplicar una política keynesiana. Lo que Grecia
debió hacer en su opinión fue devaluar su moneda nacional, incrementando el tipo de
cambio, e inundando su mercado con dinero. Este dinero se devaluaría por acción de la oferta y la demanda. La devaluación de su moneda haría que los productos griegos sean baratos en el mundo, por lo que empezarían a exportarse en mayor cantidad, y se incrementaría la competitividad.
El problema de la Unión Europea según Krugman es que todos los países usan una misma moneda, el euro, la cual no puede ser devaluada sin que afecte también al resto de países que conforman el bloque. El Banco Central Europeo (BCE) gobierna para todos siendo prudente. Grecia no podía aplicar el keynesianismo si la autoridad supranacional no se lo permite.
Krugman no puede tolerar tal política del BCE ya que, en su opinión, “cuando
prevalece la economía de la depresión, las reglas normales de la política económica
ya no son válidas: la virtud se convierte en vicio, la cautela es un riesgo, y
la prudencia, un disparate” (Krugman, 118, las negritas son mías).
La política para devaluar el dinero emitiendo
más monedas y entregarla a una tasa de interés muy baja a los bancos privados, para que estos la coloquen en el mercado, es imprudente a los ojos de la autoridad europea.
Este enfoque o
política llevada a su extremo se conoce como keynesianismo. Paul Krugman es un
keynesiano[2] y dice: “En la coyuntura actual es preferible pecar de hacer demasiado que de hacer
demasiado poco” (Krugman, 119). Hacer demasiado para un keynesiano es imprimir más dinero e incrementar la inversión pública lo más que se pueda hasta que acabe la crisis.
¿De qué lado ponernos?
Como se aprecia, no
todo es de color de rosa en una unión supranacional. La crisis financiera reveló
un gran problema: convivir con vecinos que tienen intereses distintos puede ser
una fuente de conflictos muy seria.
Los artículos de
Krugman al respecto fueron escritos durante la crisis. Ahora podemos observar
el resultado final. Grecia se mantuvo en la Unión Europea y el país que terminó retirándose
fue Reino Unido, en contra de las previsiones de cualquier analista. Al final,
la realidad excedió al análisis. De cualquier manera, pensar una unión
supranacional es un asunto muy interesante. De qué lado estás, con
Oppenheimer o con Krugman, ¿o acaso Oppenheimer no contemplaba una misma moneda
para su unión de países latinoamericanos y realmente es un krugmanista? ¡Tendremos que consultárselo!
REFERENCIAS
[1] Por antisistemas
entendamos a todos los sectores intelectuales en contra del capitalismo.
[2] A propósito de Keynes,
Paul Krugman se refiere a él diciendo: “John Maynard Keynes observó en 1936 que
el gasto insuficiente y las quiebras bancarias en cascada eran la causa del desempleo
masivo, y una vez que los responsables políticos llegaron a entender este
diagnóstico, las crisis económicas al estilo de la Gran Depresión también
pasaron a ser cosa del pasado” (Krugman, 93).
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