Contra los Zombis de Paul Krugman - Resumen y Comentario

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Autor: Alex Marcelo Carrillo Díaz

Geógrafo

Primeramente, expliquemos el título. En el sentido que le da el autor, un “Zombi” no es una persona; un zombi es una idea. Esta idea ha sido asesinada por la evidencia o el sentido común, o ha sido desmentida fehacientemente por algún estudio científico o de carácter serio; es, en definitiva, una idea falsa superada. La cualidad de una idea zombi es su misterioso poder para revivir y comer el cerebro de la gente, convenciéndolos de su verdad o utilidad. Paul Krugman titula a su libro “Contra los zombis. Economía, política y la lucha por un futuro mejor”. Es un gran título ya que a lo largo de sus páginas se dedica a combatir ideas que él considera erradas en la política económica estadounidense, que aparecen una y otra vez a pesar de haber sido supuestamente refutadas.

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¿Quién es Paul Krugman?

Paul es un economista estadounidense, dedicado en sus primeros años de estudio a la economía académica, es decir, era un investigador alejado de la política. Por su capacidad de síntesis y su claridad, se le invitó a escribir una columna periodística, convirtiéndose en un líder de opinión. Su espíritu progresista lo llevo a ubicarse en el ala centro-izquierdista del debate norteamericano, inclinándose siempre hacia soluciones donde el Estado debe intervenir la economía, generalmente cuando existen efectos indeseables en las economías de mercado.

Las principales ideas que propone en su libro tratan acerca de la salud, la gestión de la crisis financiera, la distribución de la riqueza, el socialismo, el comercio internacional, el cambio climático, Donald Trump, la ciencia económica y su estilo de vida como académico y escritor. A continuación vamos a repasarlas.

Salud

Krugman está convencido de que el sistema de salud antes del gobierno de Barack Obama era uno de los peores del mundo desarrollado. Existía un amplio sector poblacional sin cobertura sanitaria, ya que en Estados Unidos no se contaba hasta entonces con un seguro universal de salud. La idea zombi que combatía era que el seguro universal crearía grandes pérdidas al Estado y sería ineficiente. Sus argumentos a favor de una cobertura sanitaria universal eran que esta funcionaba bien en Francia y Canadá, y que la Administración de Salud de los Veteranos (VHA, por sus siglas en inglés) representa una experiencia estadounidense exitosa.

La VHA gestiona la salud de los veteranos con un enfoque puesto en la prevención y negocia los precios de los medicamentos con sus proveedores hacia abajo, consiguiendo eficiencia para los pacientes y el mantenimiento saludable de sus finanzas[1]. A diferencia de los seguros privados que son muy caros e intentan atender a la menor cantidad de pacientes para incrementar su rentabilidad, la universalización de la salud podría corregir esos defectos[2].

El programa que surgió, y el cual apoyó, es el famoso Obamacare, que no fue precisamente un sistema universal de salud único para todos los estadounidenses, sino para un sector desprotegido en especial, que cubrió a 16 millones de personas al año 2015. “El Obamacare no es perfecto, pero ha mejorado drásticamente la vida de millones de personas”. (71)

Esta experiencia le enseñó a Krugman que en política, lo bueno es enemigo de lo mejor, y que en vez de obtener de una sola vez todo lo que uno propone es preferible avanzar paso por paso, para no sufrir un revés de la bancada adversa, que se opondría rotundamente a un cambio radical.

Gestión de la crisis financiera

Paul Krugman es un keynesiano convencido. Durante la crisis financiera del 2008, defendió con más ahínco que nadie las recetas de John Maynard Keynes, el economista británico que trabajó con el presidente John D. Roosevelt para tratar de paliar la crisis económica de 1930, que llevó a Estados Unidos a una depresión económica catastrófica.

La crisis del 2008 en Estados Unidos tuvo como detonante a la llamada burbuja inmobiliaria, la cual se expresa en un progresivo aumento de los precios de la vivienda e inmuebles para luego convertirse en un fuerte y constante descenso. Cuando comenzó el descenso de precios y no había clientes (no había demanda), arrancó la crisis. Esto, en mi opinión, puede tener su origen en temas más profundos que Krugman pasa por alto o prefiere no tocar, pero no es momento de desarrollar mis ideas[3]. Krugman le atribuye la culpa a los innovadores financieros y a la creencia suprema en la mano invisible como equilibrador del mercado. Así como decía Keynes en su tiempo, la economía no puede estar en manos de jugadores de casino, la bolsa de valores y los bancos debía ser más regulados para que no generen esta clase de crisis.

Para solucionarlo, Krugman sugiere que el Estado invierta mucho dinero, cantidades excesivas, durante la depresión, para compensar la falta de gasto de la población. Asimismo, que la Reserva Federal (FED) de EE.UU. reduzca las tasas de interés de los bancos para que el dinero llegue mucho más barato y la economía se dinamice.

La idea zombi que combate es la de ser austeros en tiempos de crisis. Un Estado ahorrador agravaría más la situación de su país. Eso fue precisamente lo que hizo la Unión Europea, a quienes acusa de ser los artífices de su mala recuperación[4]. En el caso norteamericano, Barack Obama acogió las ideas keynesianas pero no al 100%. Krugman en cambio lo alentaba a ir hasta las últimas consecuencias y no dudar.

Cuando prevalece la economía de la depresión, las reglas normales de la política económica ya no son válidas: la virtud se convierte en vicio, la cautela es un riesgo, y la prudencia, un disparate” (Krugman, 118). En el peor de los casos, un incremento muy alto de oferta monetario podría crear inflación pero, indica, se puede regular incrementando el tipo de interés cuando ocurra, mientras tanto, inundar de dólares la economía para que se dinamice es una buena idea. Las deudas que adquiera el Estado por tal política se pagarían en tiempos de bonanza.

Tributación

La idea que aquí nos relata es “zombi por excelencia” (Krugman, 229). Reducir los tributos a los ricos o millonarios para contribuir al crecimiento económico. Según asevera nuestro autor, esto no funciona así y los ejemplos sugeridos por los economistas de derecha no tienen asidero. Incluso el aparente crecimiento en la década del 80, durante la presidencia de Ronald Reagan, no se debió a la rebaja de impuestos sino a que la Reserva Federal bajó bruscamente los impuestos, generando un crecimiento de la oferta monetaria, es decir, una receta keynesiana.

Socialismo

Para Krugman el socialismo marxista no es una opción en Estados Unidos. Los que se definen como socialistas realmente deberían denominarse socialdemócratas, es decir, defensores de un sistema de libre mercado con mucha ayuda social. La idea zombi que busca criticar es la creencia de que las cosas van mal en países como Dinamarca. Él se sorprende de que haya periodistas que crean realmente que las cosas no funcionen en las socialdemocracias europeas, cuando considera que es todo lo contrario. Citando los estudios del Instituto Cato, muestra que no siempre el exceso de libertad económica se refleja en indicadores sociales, como la mortalidad infantil, ente otros.

“¡Vive libre y muere!” (Krugman, 331)

Comercio Internacional

Su afrenta es contra los proteccionistas. Como especialista en Comercio Internacional, se sorprende que, siendo Estados Unidos un país que promovió el libre comercio[5], la clase política no entienda los graves defectos que acarreará cerrar su mercado a la producción china, por ejemplo. La idea zombi es el proteccionismo. En el comercio internacional todos los países ganan, independientemente de quienes sean superavitarios o deficitarios[6].  Y una segunda idea zombi que también quiere desmentir es que el comercio internacional es importante.

“Inicié mi carrera profesional trabajando sobre el comercio internacional. Mi labor en este ámbito y en el tema relacionado de la geografía económica (el comercio y la localización de la producción en el espacio en general, y también dentro de los países y entre ellos) es la más citada en Google Scholar y me valió el premio sueco. Así pues, estoy facultado para contar un pequeño y sucio secreto: el comercio internacional y la política comercial internacional no son tan importantes como la gente piensa” (Krugman, 257).

Cambio climático

En este caso Krugman no entiende como una idea zombi, negar el cambio climático, pueda tener voceros y defensores en la política, la prensa y la academia. Aunque no es su tarea demostrar si es cierto o no, se siente cercano a los científicos que estudian el clima en el tiempo y ven señales de un cambio brusco que afectará negativamente a todo el planeta. Para combatir este mal sugiere que no se debe solamente imponer un impuesto contra el carbono, sino que se debe comprender lo ocurrido con la sanidad norteamericana e ir paso por paso. En este caso, propone que se den más facilidades tributarias y la infraestructura tecnológica adecuada para que las energías renovables se utilicen masivamente y suplanten a las energías fósiles.

Trump

No pude leer este capítulo pero puedo imaginar que debe ser muy crítico con muchos aspectos de la política de Donald Trump, quien parece ser el némesis hecho presidente de su país.

Conclusión

El libro “Contra los Zombis” es una lectura muy importante. Nos muestra de manera ágil y muy divertida como piensa un keynesiano, como se antepone a sus rivales y como cree que puede salvar al mundo. Sin duda, mucho de lo que dice puede estar en lo correcto, y quizá algunas cosas no lo estén, pero resulta una buena lectura. En particular me llama la atención que Krugman debata contra los seguidores de Milton Friedman, llamados monetaristas, sobre macroeconomía, y que cuestione a los neoliberales en general, pero no lea nada contra la escuela austríaca de economía. Incluso en el capítulo de las criptomonedas que se encuentra casi al final del libro, parece no haberse enterado de los principios que estos economistas han elaborado y que justifican porque el bitcoin ha sido exitoso. Krugman parece que no estuviera enterado de la existencia de los austríacos.

Más allá de este importante punto, “Contra los zombis” nos muestra a un intelectual librando una batalla dura pero sin perder el sentido del humor o la jovialidad. Aun cuando estemos contrariados o irritados, no debemos perder las formas, tal como lo hace Paul Krugman en sus artículos que conforman este libro. ¡A cazar zombis! O mejor, a estudiarlos y entenderlos primero.

REFERENCIAS


Krugman, P. (2020). Contra los zombis. Economía, política y la lucha por un futuro mejor. Ed. Crítica.


[1] No obstante los beneficios aparentes que presenta la VHA, afirma que puede tener problemas cuando se encargué de los veteranos heridos y traumatizados de Irak (p. 52)

[2] Krugman indica que es una visión poco realista considerar que las personas comparen precios de la atención sanitaria como quien va al mercado a comparar los precios de los azulejos, refiriéndose al ex presidente George Bush (p. 53)

[3] Los economistas austríacos desarrollan una visión diferente de la causa de las crisis financieras. Consideran que el origen se encuentra en el dinero fiduciario, es decir, en la falta de un respaldo real de la moneda. Este respaldo en el pasado lo brindaba el oro. En la actualidad el valor de la moneda se sustenta simplemente en el poder del Estado, que tiene capacidad para manipular la oferta monetaria imprimiendo más monedas, creando inflación.

[4] Hay otra idea zombi que denuncia en la Unión Europea, y es la creencia en la viabilidad de su moneda única, el euro. Esta es inviable en su opinión.

[5] “Hay una razón por la que tenemos acuerdos comerciales internacionales y no es porque queramos protegernos de las prácticas injustas de otros países. Más bien, el verdadero objetivo es protegernos de nosotros mismos: limitar las políticas de los grupos de presión y la corrupción descarada que solí imperar en la política comercial” (Krugman, 260).

[6] Aunque afirma de inmediato que no todas las personas ganan ya que determinadas industrias si se verán afectadas y se darán pérdidas, pero en conjunto, al final, todos crecerán.

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