El geógrafo, un bueno para nada. Reflexiones en torno a la Geografía de Alexander Murphy

21:55

 Alex Marcelo Carrillo Díaz. 

Geógrafo. 

Revisando el libro de Alexander B. Murphy, “Geografía” de la colección “¿Por  qué importa?”,  encontré una idea alentadora sobre la disciplina: la visión geográfica es aquella que nos permite tener una idea de conjunto de algún problema o circunstancia en el mundo; al brindarnos el poder de observar la interacción de todos los elementos presentes en un lugar, nos alejamos de las respuestas simples a los problemas del mundo. Es una idea alentadora. Sin embargo, si no está bien respaldada puede terminar siendo vaga. ¿Qué tiene de especial la geografía para darnos esa visión global? 🤔

 

Libro de Alexander B. Murphy, Geografía, de la colección "Por qué importa".

Visión totalizadora del geógrafo

Entre los ejemplos que ofrece Murphy se encuentra el caso de la Cuenca del Lago Chad en África. Esta presentaba cierta armonía ecológica, económica y política en la década de 1960, la cual se transformaría drásticamente en el siglo XXI, convirtiéndose en un lago que ha perdido el 80% de su superficie. El área cultivada de la cuenca ha crecido hasta el punto que ocupa terrenos inapropiados para la agricultura. Además, la zona vive en un estado de permanente convulsión por el radicalismo político de un grupo yihadista llamado Boko Haram. Todo esto ha dado como resultado la fuga de 2 millones de pobladores y que el 20% de los que se quedaron sufra de desnutrición severa.

Murphy indica que sin una visión integral no sería posible comprender lo ocurrido en Chad, y esa visión es de tipo geográfica. Creo que su opinión es correcta principalmente porque el geógrafo trabaja localizando y vinculando a los centros poblados con la naturaleza circundante, a diferentes escalas. Este trabajo sistemático se visualiza en la cartografía, y más aún en los sistemas de información geográfica.

Entonces, la visión global del geógrafo resulta de su capacidad de vincular aspectos sociales y naturales sobre un mapa. Contar con imágenes de satélite, hacer análisis espacial y temporal, son, entre otros, recursos de suma importancia para el geógrafo. 

Por lo tanto, podemos decir que la formación profesional del geógrafo se distingue del resto de científicos sociales y naturales por usar la cartografía digital. De forma resumida, a modo de sumatoria, diremos que:

 

Cartografía + Teledetección + Sistemas de información + Acumulación de datos + Análisis espacial = Visión geográfica

Geógrafos: unos buenos para nada

“El estudio de la geografía es una experiencia que amplía horizontes” (Murphy, 37).

Sin embargo, más allá de la ventaja de esta visión multiescalar y temporal del geógrafo, Murphy no nos dice si existe un camino establecido, una especie de guía, para hacer este análisis geográfico. No lo dice tan siquiera en una forma vaga. La diversidad de ambientes en el mundo lo lleva a considerar que el análisis en cada lugar es especial, no replicable a otra ubicación[1].

“Las interconexiones espaciales y a escala son tan vertiginosamente complejas que, en la mayoría de los casos, resulta imposible sacar a la luz el espectro completo de fuerzas, próximas y distantes, que producen resultados particulares. Además, se debate mucho entre los geógrafos acerca de qué es lo que merece atención y cuáles son las teorías idóneas para explicar los resultados geográficos. El esfuerzo por identificar y describir las conexiones que dan forma a las circunstancias geográficas, sin embargo, es un prerrequisito para cualquier consideración o debate productivo en torno a esas conexiones” (Murphy, 59).

Siguiendo su idea, la geografía no podría llegar a generalizaciones metodológicas. Para confirmarnos esa postura, Murphy nos sugiere que la geografía es una ciencia semejante a la historiografía. En línea con los planteamientos del filósofo Immanuel Kant, nos dice que el historiador estudia los acontecimientos en el tiempo y el geógrafo los estudia en el espacio, por lo tanto no se puede generalizar un procedimiento de análisis ya que sus objetos de estudio son infinitamente diversos, volviéndose prácticamente imposible generalizar un camino para el análisis.

“Dada esta orientación intelectual, no es sorprendente que los objetos de investigación geográfica lo abarquen todo, de la dinámica de los glaciares a los patrones de migración, de la difusión de las pestes en los bosques a la relación entre patrones étnicos y políticos y del sentido del lugar de la gente a las fuerzas que promueven la segregación en las ciudades (por ejemplo, prejuicios sociales y de clase, prácticas de instituciones de préstamo y agentes inmobiliarios o presiones de los procesos de gentrificación). De todo esto se concluye que la mejor manera de concebir la geografía es pensarla como una disciplina cuya unidad reside en un conjunto de perspectivas compartidas y no como un tema de estudio particular, orientación que hace de ella una disciplina más afín a la historia que a muchas otras. Los historiadores se ocupan de todo lo que va de la expansión del antiguo Imperio persa a los impactos sociales del programa de “trabajadores invitados” de la Alemania de mediados del siglo XX. Lo que une a los historiadores no es un tema, sino el interés en comprender la evolución de la historia humana y sus implicaciones para el presente. El equivalente geográfico de esto es el interés en los modelos, desarrollos y lugares que constituyen nuestro planeta: cómo son, qué pensamos a su respecto y cómo influyen en los seres humanos y en la naturaleza”. (Murphy, 26-27)

Esta idea deja claro que los geógrafos, ante la ausencia definida de un objeto de estudio, deben amoldarse a una muy variopinta clase de objetos de estudio. Desde un punto de vista general este aspecto puede ser valioso, ya que no existe la necesidad de seguir un conjunto de pasos predefinidos para estudiar un problema ambiental sino que la visión geográfica permitirá a su poseedor adecuarse al contexto. Sin embargo esto implica que el geógrafo se encuentre en cierta medida desorientado ante cada nuevo problema. ¿Por dónde debería empezar su análisis si cada caso es sui generis

Para complicarnos antes que aclararnos, los ejemplos que Murphy coloca a continuación en su libro no resultan muy claros, como cuando nos intenta contar como los geógrafos habrían ayudado de mejor manera a dividir Yugoslavia en repúblicas independientes o como habría sido la opinión de un geógrafo sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea, fenómeno conocido como Brexit. Realmente no nos dice cómo los geógrafos lo habrían hecho mejor! Como no tiene un procedimiento ordenado, las respuestas siempre terminan siendo antojadizas. Es decir, no puede demostrar o al menos convencer de que efectivamente los geógrafos en materia geográfico-espacial tengan las mejor de las respuestas. Si no definimos nuestros criterios de análisis, es muy osado creer que podemos con el sinnúmero de temas de nuestra aparente incumbencia solamente porque contienen una componente espacial.

El intento de Murphy por destacar el papel de la visión geográfica integradora kantiana coloca a la geografía muy alejada de los criterios epistemológicos contemporáneos que definen lo que es una ciencia. Esta situación me recuerda la frase de Alan Lavell: “El geógrafo sabe de todo un poco y por eso es un experto en nada[2]”. Yo prefiero la expresión “bueno para nada”. Que el geógrafo sea un bueno para nada no debería tomarse en broma o ser una señal distintiva de la que enorgullecerse. Debería llamarnos a la reflexión.


REFERENCIAS


Murphy, Alexander. (2018). Geografía. Alianza Editorial


[1] Lo cual me recuerda la polémica entre Richard Hartshorne y William Bunge acerca del concepto metodológico de unicidad en la geografía.

[2] Creo que la frase real remata con: “el geógrafo es un experto en nada”. Pero no suena tan bien como decir que el geógrafo es un “bueno para nada”. Creo que siendo semejantes, la segunda transmite una crítica.

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