Política Monetaria Venezolana y Movilidad espacial interterritorial de Estado

15:21

Lima, 08 de Febrero del 2014.-

La Política monetaria, parte integral de la macroeconomía, ¿puede hacer que la gente entre y salga de un país?. Al parecer, sí, y ese es el caso de la República Bolivariana de Venezuela, donde solamente desplazarse de un país a otro ya significa un lucrativo negocio, que pone en peligro la misma integridad de su sistema político. Digamos que la dinámica antropoespacial está liquidando los cimientos económicos del socialismo del siglo XXI ¿Por qué?

Política monetaria venezolana y movilidad espacial interterritorial de Estado

Si un extranjero desinformado visita Venezuela, se sorprenderá al enterarse que sus dólares valen muy poco si los cambia en una agencia oficial del estado. En la actualidad por un dólar te entregan seis (6) bolívares y considerando que una botella de agua de medio litro cuesta 10 bolivares, podemos deducir que en Venezuela, las afirmaciones sobre la inflación no son rumores sino una cruda realidad.

Cifras oficiales sitúan la inflación alrededor del 56%, por lo que diversos analistas la denominan la inflación más alta del mundo. Conceptualmente, la inflación es la disminución constante del valor de la moneda nacional respecto al valor del dólar. En la última década, la moneda norteamericana ha ganado mucho peso respecto al bolívar porque en Venezuela la cantidad demandada de dólares excede a la cantidad ofertada, y esto es consecuencia de la política monetaria asumida desde el año 2003 por el gobierno de su país.

A todo esto ¿Qué relación existe entre la política monetaria venezolana y la movilidad espacial interterritorial? ¿De qué manera se manifiesta esta movilidad? A continuación estudiaremos brevemente las causas de la inflación, el negocio cambista, la movilidad espacial, su origen y destinos, así como sus consecuencias.

Causas de la inflación venezolana

El intento inicial del chavismo por alcanzar el “socialismo del siglo XXI” llevó al gobierno decretar lo siguiente en el año 2001:

  • Ley orgánica de hidrocarburos.- La tributación de las empresas petroleras ascendió hasta el 30%. También fijó la participación estatal mínima en 51% en el accionariado de las empresas mixtas.

  • Ley de pesca.- Impuso restricciones a la pesca industrial en beneficio de la artesanal.

  • Ley de Tierras y Desarrollo Agrario.- Permitió expropiar latifundios (grandes extensiones de tierra agropecuaria) y buscaba el desarrollo de la pequeña propiedad campesina.

Por cuestiones de política económica, a mediados del 2002 hubo un intento de golpe de Estado en Venezuela, dirigido por el presidente de Fedecámaras, el presidente del gremio empresarial, todo lo cual exacerbó más las diferencias entre oficialistas y opositores. Sin embargo, el intento de golpe fracasó y el Estado se tornó más directo en su accionar contra quienes considera sus enemigos: los empresarios.

La reacción de los sectores económicos más poderosos fue de oposición a tales medidas. No estaban de acuerdo con el modelo económico que planteaba el Estado. Los dirigentes de Petróleos de Venezuela (PDVSA) se negaban a rendir cuentas más allá de las que les correspondía y el Estado se encontraba deseoso por tener mayor control sobre la más grande petrolera del país para financiar sus políticas sociales y de bienestar. En ese contexto, se desarrolla el paro petrolero indefinido en plena temporada navideña del 2002, el cual motivó a varios otros importantes sectores económicos a apoyar y acatar la huelga, generando escasez de hidrocarburos así como de divisas –actualmente el país recibe el 97,5% de sus ingresos por exportaciones gracias al petróleo.


Fuga de capitales e instauración del Control cambiario

Mercedes García Armenteros, quien escribe para el banco central de Cuba, afirma que:

“Durante 2002 se produjo un paro en la actividad petrolera del país, que redujo los ingresos fiscales y generó una importante salida de capitales, lo cual derivó en una escasez de divisas. Como consecuencia de ello, en febrero de 2003 las autoridades decretaron un férreo control de cambios para detener la crónica fuga de capitales privados desde el país hacia paraísos financieros”[1].

Como es sabido, el capital fluye hacia los territorios más favorables en materia económica, política, sociocultural, demográfica, etc. Por ello, los capitales huían de Venezuela a una velocidad inusitada. “El 2 de diciembre de 2002, las reservas internacionales de Venezuela ascendían a US$12.447 millones y el 31 de diciembre del mismo año cayeron a US$11.873 millones”[2].

En ese contexto, el Estado decide asignar a la Comisión de Administración de Divisas (CADIVI) el control total de los dólares en el país. A partir de ese momento inicios del 2003, CADIVI se encargaría de entregar dólares a la población venezolana.


Prioridades de gasto para CADIVI



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De la salud a la enfermedad del tipo de cambio

El estado definió un valor inamovible para el dólar respecto al bolívar. Sin embargo, los sectores económicos necesitaban mucha más cantidad de dólares para importar, pero el temor del Estado obligó a que limiten la cantidad de dólares en el mercado llanero. De ese modo, la falta de dólares –sea para importar o para refugiar sus activos en el extranjero- hacían que los empresarios demanden la mayor cantidad de dólares posible. La gente comprendía que si tenía dólares baratos conseguidos de CADIVI, le resultaba beneficioso vendérselos a los empresarios que fugaban sus capitales o querían importar. Esta situación creó un mercado paralelo de dólares conocido como mercado negro.

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Nuevo negocio: comprar dólares baratos y venderlos en la calle

En esas condiciones, es más rentable cambiar los dólares en el mercado negro. Por ello, el efecto inflacionario que tuvo la política monetaria cambista venezolana fomento el turismo de maletín o cambiario, que se conoce como “raspatarjeta” en Venezuela.

CADIVI proveía a cada persona que iba a viajar hasta 3000 o 4000 dólares[3], los cuales le costaba a cada ciudadano 6 bolívares. De este monto, la tarjeta o cupo electrónico contenía 400 dólares (en la actualidad se ha cambiado a 300 dólares). CADIVI le daba la mayor cantidad de su dinero en una tarjeta, es decir, no era dinero físico, sin embargo no esperaba que fuera de sus fronteras, había muchas maneras de obtener el monto de la tarjeta en efectivo y fingir que estaban realizando compras. En el caso de Perú por ejemplo, un venezolano podía pasar la tarjeta y fingir una compra, al final creaban una boleta o factura falsa y el supuesto comerciante se quedaba con una comisión que rondaba entre el 5% y el 10% del monto retirado. En definitiva, los venezolanos retornaban a su país con dólares en efectivo para cambiarlos en el mercado negro.

Para ver un video sobre los raspacupos venezolanos en Perú click aquí.


Restricciones a la movilidad espacial

La movilidad espacial, como muchas actividades humanas, responde a la ley de costo-beneficio. Las tendencias migratorias cortas (viajes de 3 días en promedio) se realizaban a países cercanos para ahorrar en los costos de transporte, asimismo, en tales países debía ser posible realizar el “raspado de tarjeta” (facilidades legales), para que le entreguen el dinero en efectivo. Los destinos predilectos podemos verlos en el siguiente mapa:




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Gracias a este nuevo negocio, actualmente los aeropuertos venezolanos han colapsado. Toda la población viaja al  exterior. Obtener un pasaje supone solicitarlo con muchos meses de anticipación. Y los montos transados son muy significativos. El ministro de Energía y responsable del área económica afirmo que en 2013, el “raspado de tarjeta” cambió 8.633 millones de dólares[4]

Para modificar esta realidad, las políticas monetarias aun no dan con una fórmula adecuada que corte el problema desde la raíz. La última modificación ha sido devaluar el bolívar para los viajeros que quieran visitar Colombia, Panamá, Costa Rica, Perú, estado de la Florida (EE.UU.) y otras islas del Caribe (excepto a los países miembros del Alba). Si un viajero solicita divisas a CADIVI, deberá comprarlas a once (11) bolivares (bs) y no a seis (6). Asimismo, solo podrá cargar consigo 1000 dólares: 300 dólares en la tarjeta y 700 en efectivo.

Sin embargo, aun con la modificación, existe un amplio margen de ganancia, pues el mercado negro paga 77 bs por dólar. En esa línea, el gobierno ha decidido reducir el número de pasajes en las aerolíneas para que sea mucho más complicado viajar al extranjero. De cualquier forma, el verdadero problema al que se enfrenta el gobierno es que prácticamente a todos les conviene obtener los dólares en efectivo que contienen sus tarjetas. El amplio margen de ganancia así lo fuerza.

Mientras tanto, en una relación poco comprensible desde el punto de vista económico, el tipo de cambio anterior de 6 bs se mantiene para los viajeros que visitan los países de la Alianza bolivariana para las Américas (ALBA). Probablemente se deba a razones legales o tal vez meramente ideológicas, pero de cualquier modo el problema continúa para la política monetaria venezolana que ahora le sugiere una nueva ruta a su población “turística”, la cual, al parecer, no está desaprovechando esta oportunidad.

En setiembre del 2013, ya se habían agotado todos los pasajes con destino a Cuba hasta fin de año, a pesar que estos habían subido de precio desde 2500 bs hasta 6000 bs. El diario “El Nuevo Herald” advierte que el flujo de viajeros venezolanos ha cambiado de destino y ahora se dirigen a Cuba a obtener dólares[5]. Lo curioso es que en Cuba quienes realizan esas transacciones es personal del Estado, pues el “raspado” no puede practicarse en empresas privadas. ¿Será que el dinero está socavando los principios socialistas y comunistas? Otra importante ruta, por su porosidad, es la frontera colombiana, donde se dice que es el único lugar en el mundo donde cambian bolívares por dólares fuera de territorio venezolano[6].

Relación entre política monetaria y movilidad espacial

El amplio margen de ganancia que supone cambiar dólares en países vecinos, ha convertido el mero desplazamiento espacial en un negocio. Podríamos decir, quien se mueve, gana. En la elección de los territorios visitados importan los siguientes criterios: Costo de desplazamiento, proximidad espacial, facilidades legales, facilidades técnicas aeroportuarias. Estas cuatro variables explican el comportamiento espacial de los “raspacupos” o “raspatarjetas”, que se encuentra dentro de un movimiento pendular, es decir, la ganancia se logra solo si retornan a su país. Un tema que los geógrafos venezolanos podrían profundizar.

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