Una clasificación útil del espacio geográfico
15:27Autor: Alex Marcelo Carrillo Díaz.
Geógrafo.
He conocido diversas
clasificaciones del espacio geográfico. Generalmente las realizan geógrafos de
escritorio. O al menos eso pienso. Pocas veces estas clasificaciones se
conectan con «algo más», sea un modelo científico o con la labor
realizada en el trabajo de campo.
Los conceptos enseñados en la universidad, en la carrera de Geografía, no
sirven, ni para construir ideas, ni para usarlos al trabajar. Como indiqué hace
poco, existe una desconexión entre lo que se conoce generalmente como teoría y
práctica.
(Para más información puedes
leer mi artículo sobre Teoría y práctica dando click aquí).
Sin embargo, en esta
ocasión tuve la fortuna de toparme con una clasificación del espacio geográfico
que puede tener una interesante conexión con la contaminación y/o degradación de
la calidad ambiental, y puede ayudarnos a generar conceptos.
Las clasificaciones espaciales en geografía suelen ser de poca utilidad |
Ejemplo de clasificación espacial
El geógrafo Hildegardo
Córdova nos muestra que podemos clasificar al espacio según la distancia a la
que nos encontremos de este. El espacio geográfico se dividiría en:
Espacio vivido
Es el lugar más
próximo a nosotros, allí donde realizamos nuestras actividades cotidianas.
Podría ser sinónimo de hábitat. Pero no solo implica nuestra vivienda,
sino también los lugares más visitados fuera de la casa. El vecindario, el barrio,
y todo lugar con el que nos sintamos identificados. Un fuerte sentido de
pertenencia relaciona a una persona con el espacio vivido.
Espacio conocido
Es un espacio por el
cual transitamos, pero por el que no tenemos un sentido de pertenencia. Es
ajeno a nosotros. Puede ser el vecindario o barrio de alguien más, pero no el
nuestro.
Espacio percibido
Este es aquel espacio
por donde no hemos transitado, pero sabemos de su existencia, sea por libros,
películas, fotografías o documentales.
Espacio difuso
Es el espacio que no
conocemos y del que no tenemos más que una remota idea. Como algún país pequeño
en Europa Oriental, África o Asia, desde la visión de un habitante americano.
El hilo conductor: la distancia
Algo importante se
encuentra en la raíz de esta clasificación es la distancia. Podemos establecer
una relación entre la distancia y cada uno de estos espacios. En ese sentido, es más probable que un espacio sea “vivido” a medida que se ubique más cerca
de nosotros, y más probable que no lo sea si se encuentra más lejos. Lo propio
podemos decir del espacio conocido. Un espacio conocido, es decir, el espacio que transitamos con cierta frecuencia,
es más probable que se encuentre cerca de nosotros que lejos.
Mientras que, a la
inversa, el espacio percibido, aquel del que solo tenemos referencias, así como el espacio
difuso, aquel del que ni siquiera sabemos que existe, es más probable que esté lejos del individuo cognoscente a que esté cerca.
Es importante recordar
que no siempre se va a dar de esta forma. Uno puede vivir en un país como Perú
en su infancia y adolescencia, luego migrar hacia Estados Unidos en la adultez,
y, a pesar de la distancia, seguir sintiendo que su casa o su vecindario en
Lima es su espacio vivido. Por ello se indica que es lo más probable que ocurra,
no lo determinante. En definitiva, parece una suposición sensata.
Contaminación y descuido ambiental
A continuación, el autor nos ofrece una
relación interesante entre el cuidado ambiental y el tipo de espacio de su
clasificación.
En el espacio vivido una persona busca conservar
adecuadamente el ambiente, sea con «calles limpias, veredas bien cuidadas,
áreas verdes, control de ruidos molestos y de polución ambiental» (Córdova,
193).
Mientras que el mismo individuo, en un
espacio conocido, no tendría esa misma prolijidad. Al no ser su vecindario
inmediato, es decir, su hábitat, no tiene el sentido de pertenencia para
cuidarlo igual. Estos espacios conocidos pueden ser interpretados como los
grandes espacios públicos, las grandes avenidas o zonas por las que no
sentimos un sentimiento de identidad.
«Un claro ejemplo de esto son los
ambulantes que invaden los centros históricos de las ciudades de América
Latina, quienes ensucian las calles y veredas sin ningún remordimiento porque
ellos no viven en el centro de la ciudad, sino por lo general en los barrios de
los distritos periféricos» (Córdova, 193).
Nuevo concepto: el Espacio-individuo
Aquí hay algo importante que deseo añadir.
El espacio vivido, el percibido y los otros, no son espacios propiamente; es
más bien una amalgama del espacio y el individuo. Podríamos llamarle a este concepto
compuesto como espacio-individuo (como la analogía física del espacio-tiempo).
El espacio vivido, por ejemplo, no podría estar disociado de un ente que lo
siente o piensa como tal. En sí mismo, el espacio no sería más que un
contenedor de materia, con creaciones naturales y humanas. El espacio vivido es
una reflexión y un sentimiento sobre un espacio, que se manifiesta en un
comportamiento de territorialidad. Entonces este espacio-individuo (hasta que
se me ocurra una palabra más certera) es al que hacemos referencia en esta
clasificación, y no al espacio de la manera convencional a como lo imaginamos.
Conclusión
La clasificación de los espacios y su
sentido de pertenencia, vinculado al concepto de distancia, nos permite hacer
interesantes elucubraciones sobre la calidad ambiental del mismo. Hildegardo Córdova
nos sugiere algo muy interesante que incluso podría modelizarse. A partir de
esas ideas y buscando un mejor uso de los conceptos sugiero la utilización de
un concepto compuesto como el espacio-individuo, que podría mejorarse por otra
palabra mejor.
Al parecer, no todas las clasificaciones
de espacio carecen de utilidad. ¡A seguir leyendo!
BIBLIOGRAFÍA
Córdova, H. (2019). Naturaleza y Sociedad.
Una introducción a la geografía. 2° edición. Ed. Pontificia Universidad
Católica del Perú.
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