Geografía y Delincuencia: una primera aproximación en Lima y Perú
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Lima.- 23 de Agosto del 2014
La delincuencia es el principal problema percibido por la población peruana de las grandes ciudades. En este artículo se trata el problema de la delincuencia partiendo del conjunto de factores que convergen para dar vida a la sociedad delincuencial, haciendo énfasis en las características del entorno, en algunas características del espacio así como en la propia naturaleza humana. Seguidamente destacamos varias modalidades de delito que se diferencian por el lugar donde se practican y la propia movilidad espacial de los delincuentes. Terminamos mostrando algunos mapas con cifras absolutas sobre la delincuencia en el país según datos del Instituto Nacional de Estadística e informática del año 2012. En definitiva, es una interesante primera aproximación para comprender mejor este fenómeno. Asimismo agregamos que estos mapas fueron la base para desarrollar un modelo matemático que analiza y brinda relevante información para tomar decisiones respecto a la delincuencia y la población penitenciaria, el cual será publicado más adelante.
Los medios de comunicación muestran todos los días cómo
crece incesantemente la delincuencia en Perú. Lima, el departamento capital, se
encuentra atestado de delincuentes de todo tipo: secuestradores,
extorsionadores, estafadores, crimen organizado, etc. La opinión pública
desaprueba la gestión de los actuales gobernantes –sean estos de nivel nacional
o subnacional- porque la delincuencia no ha disminuido, trátese de cifras como
las del INEI o de la percepción poblacional. En este momento, el principal
problema percibido no es económico sino de seguridad ciudadana en las densas aglomeraciones. La gente vive
en estado de alerta permanentemente.
La situación en que se encuentra la delincuencia en Lima nos
lleva a reconocer que el problema se gesta desde la infancia y en determinados
espacios principalmente. Estos espacios “infectados” por la cultura
delincuencial suelen ser tugurios con un diseño urbano colonial, en barrios que
han sido despoblados por la oligarquía limeña en décadas pasadas, con calles
estrechas y una zonificación de uso que no permite el derribo de la
infraestructura para permitir el desarrollo inmobiliario actual por ser
patrimonio histórico según el Ministerio de Cultura. Un patrimonio muy costoso a la luz de la clase social que
alberga. Ejemplos de estos barrios los encontramos en el Rímac, El Callao,
Centro de Lima, La Victoria, entre otros más.
Si no se trata de espacios
coloniales, los espacios que sirven de caldo de cultivo para los futuros
delincuentes se caracterizan por ser de origen informal, es decir, espacios
donde la ocupación infraestructural se dio por medios ilegales, basándose en el
uso de la fuerza y la conmiseración posterior para mantener sus posesiones, que
luego pasarían a ser propiedades, tras pasar por un proceso de formalización y
saneamiento. Lugares representativos de este tipo de espacios son el Cerro San
Cosme en el Agustino, el cono sur de la ciudad, como zonas de San Juan de
Miraflores, Villa María del Triunfo, Villa el Salvador, o el cono norte que
tiene algunas zonas en Independencia, Comas, Puente Piedra, etc; con origen
informal.
"De acuerdo con el mencionado mapa, San Juan de Lurigancho y el Cercado del Callao son los lugares de donde proviene la mayoría de presos por delitos de violación sexual de menores y contra el pudor" (Diario El Comercio, 23 de Noviembre pág. A14).
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Los delincuentes sexuales residen principalmente en El Callao y San Juan de Lurigancho según el INPE. Fuente: El Comercio, A14, 23 de Noviembre del 2014. |
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Zona con casonas y callejones antiguos, muchos de un solo piso, provenientes de la época colonial. El proceso de gentrificación inconcluso llevado a cabo en esta zona repelió a la antigua oligarquía y dió paso a que poblaciones de escasos recursos vivan aquí. Muchos se convirtieron en delincuentes.
El Rímac tiene también zonas invadidas con material improvisado. Estos espacios coloniales e invadidos guardarían relación con los espacios "cultivo" de delincuentes.
San Jacinto en El Agustino es reconocido como la "Meca" de las autopartes robadas. Hemos sido testigos de robo a mano armada a otros automóviles en el lugar de la fotografía. Es otro espacio con muchas zonas informales donde se desarrollan los delincuentes.
Mercado de El Agustino. Atrás el Cerro de El Agustino, próximo al cerro San Cosme, una gran invasión.
Ver mapa más grande
En este mapa interactivo podrán observar los alrededores del distrito de El Rímac y otras zonas de Lima.
Los menores que crecen en estos “barrios” llevan una vida callejera. La atracción por la calle se vuelve el pasatiempo diario, ya que no existe control por parte de los padres, quienes se dedican a trabajar –en actividades lícitas o ilícitas- para mantener a sus menores hijos. El contacto de los niños con el mundo callejero los lleva progresivamente a adquirir los usos y hábitos de su entorno como si se tratara de un juego. Las primeras fechorías no responden siempre a una necesidad fisiológica incontenible, como hambre o frío, se dan con mucha frecuencia cuando un miembro mayor del grupo de amigos o algún líder reta a alguno de sus miembros a cometer un delito como muestra de su valentía. El honor del muchacho está en juego si no logra robar una manzana en el mercado, sino golpea a otro niño mientras juega fútbol, o sino falta a clases para perder el tiempo.
La verdadera manera como los menores incursionan en el
círculo vicioso del mundo delictivo es a través del juego. El reto y la
respuesta, para saber cuán malo puedes ser para los demás, cuán atrevido eres
rompiendo las aburridas reglas de la sociedad, es una clara muestra del mundo
propio de los bárbaros en el que se ven sumergidos los espíritus humanos en los
espacios de cultivo delincuencial, gracias a la sed de reconocimiento existente
también en estos grupos sociales. La sed de reconocimiento, en este caso, no es
anulada por la promoción y aculturación del espíritu burgués de la sociedad del
capital y la banalización. Por ello, se da la ausencia de metas “decentes”, que
no hagan daño a nadie, que son inculcadas generalmente por los padres de la
clase media. En el caso que se inculquen, no surten efecto en la niñez que vive
en estos ambientes de pobreza, aventura y delito, porque las nuevas
generaciones buscan convencer y congraciar a su propia generación, no a los
adultos, por eso hacen caso omiso a las palabras sensatas de los mayores, pero
son capaces de arriesgar la vida por demostrar a su contemporáneo que pueden
ser más valientes al robar cada vez más y ser más sanguinarios. Todo es progresivo,
y la situación se presta para que las mentes más desquiciadas tomen las riendas
de las organizaciones criminales que se van gestando, pues están legitimados culturalmente
desde el inicio de su vida social. En la capital metropolitana se desarrolla una
escuela del delito.
El delito juvenil y la correccional de menores
En Lima existen dos centros juveniles, uno para varones y
otro para mujeres, de nombre Maranguita y Santa Margarita, respectivamente. El
primero tiene una población de 756 personas, cuando, según la gerenta de los
centros juveniles del Poder Judicial, Janet Luna, la capacidad de Maranguita
solo es de 560 internos. Mientras en el caso del centro femenino, la población
es muy pequeña: solamente cuenta con 49 personas. En apariencia ambas cifras
podrían considerarse pocas, respecto al total poblacional de Lima estimado en 8
millones de personas. Sin embargo habría que reparar en la alta circulación que
existe en las correccionales. Entre enero y julio de este año (2014), los
centros correccionales recibieron a 405 adolescentes por infracciones como robo
agravado y violación sexual. Las zonas de donde cometieron sus delitos son:
Retorno al barrio
El paso por una correccional de menores supone muchas cosas.
Primero, entrar en contacto con todos los delincuentes juveniles que narran sus
actos como hazañas. Los hechos se vuelven sobre sí mismos, y el más sanguinario
no es el más vituperado, sino el más temido. Se reproducen las relaciones
sociales del barrio delincuencial pero de una manera más concentrada. En los
espacios de cultivo delincuencial existe la probabilidad de toparte con un alma
inocente, mientras que en la correccional esa probabilidad es prácticamente
nula o inexistente.
Segundo, difícilmente se recompondrán en un lugar
sobrepoblado, que tiende al hacinamiento y con una educación atravesada por la
corrupción y el maltrato policial. El hecho que los jóvenes delincuentes sean
tratados como subhumanos hiere su autoestima que solo se ve fortalecida cuando
son reconocidos por sus pares delincuentes. Sumado a las dificultades de
aprendizaje y transformación que estas personas deben intentar, resulta muy
complicado lograr el tan ansiado cambio de conducta.
Tercero, salir de una correccional implica que presentes
antecedentes penales, lo cual significa un sello que cerrará muchas puertas a
los jóvenes que quieren sobresalir llevando una vida de clase media “común”.
Las universidades y los centros laborales formales exigen una copia de los
antecedentes penales para evaluar su integración en la institución. Pasar por
una correccional y por un penal significa prácticamente no contar con las
mismas oportunidades y posibilidades del entorno social que posee una persona
sin tales antecedentes.
Cuarto, normalmente las personas que salen de los centros de
reclusión regresan a las zonas donde vivierón siempre: a los espacios de
cultivo delincuencial. Una vez ahí, sin oportunidades, dañados emocionalmente,
desmotivados, con mayor conocimiento en técnicas de delito, con mayores
contactos en ese mundo, lo que se espera es un retorno a las actividades
criminales mucho más feroz.
Bases materiales específicas de la geografía del delito en
la ciudad
Hasta aquí, lo explicado responde a la manera general como
procede la gestación de los grupos sociales delictivos. No obstante, esta
cultura que guarda relación con estos aspectos de carácter macroescalar, se
cuelgan de una realidad específica que les permite vivir. En el caso de la
juventud actualmente hay algunas actividades que están siendo priorizadas y que
son generadoras de violencia.
Territorio de los
cupos obreros.- El auge de la construcción en el Perú desarrolló un brazo
ilegal llamado sindicato de obreros. Este falso sindicato busca cualquier obra
en una zona determinada a la que tengan acceso y solicitan el pago semanal de
una cuota de dinero para que puedan trabajar bajo amenaza de muerte. Este tipo
de extorsión existe en toda la ciudad, pero principalmente en los distritos
donde no existe presencia del Estado en materia de seguridad. Distritos como El
Callao, Lince, Surquillo, San Martín de Porres, entre muchos más, se conocen
por tener bandas de extorsionadores autodenominadas “sindicatos obreros”. Ante
la inoperancia estatal, el negocio cobró tanta relevancia que aparecieron
sindicatos en todas partes creando una pugna territorial de alta peligrosidad.
Hoy, muchos barrios se encuentran enfrentados entre sí por el control de obras
en sus territorios definidos[1].
Esta es una razón del aumento de la violencia callejera.
Microcomercialización
de drogas.- Semejante al caso de la territorialización de los cupos
obreros, es el caso de la microcomercialización de drogas. Esta actividad
comercial es ilícita, por lo tanto aquellos espacios donde se ha logrado
consolidar la venta, sea por la ausencia de cámaras de videovigilancia, por la
corrupción de las autoridades, así como por la existencia de grupos delictivos,
como se da en los jirones Loreto, Castilla, Áncash y Atahualpa en El Callao[2],
son la causante de conflictos a mano armada. El mundo ilegal genera territorios
de violencia.
Carteristas y
bolsiqueadores.- Otro espacio donde es frecuente saber de robos son las
unidades de transporte público de la ciudad. A estas unidades suelen subir
bandas criminales organizadas con tácticas muy diferentes pero efectivas.
Algunos se organizan para distraer a los pasajeros vendiendo objetos, mientras
otros se juntan a las personas e intentan extraer sus pertenencias de sus
mochilas, carteras o bolsillos. También coordinan con personas aparentemente
inofensivas, como mujeres mayores, o niños, que te ensucian con una suerte de
polvo de harina para extraer las pertenencias de la víctima mientras se limpia.
En el caso más extremo, los delincuentes suben armados y asaltan a todos los
pasajeros posibles de la unidad de transporte. En este caso, eligen el reducido
espacio del transporte público que en las horas punta se encuentra atestado de
personas. Los roces normales entre pasajeros le dan la oportunidad de cometer
sus delitos a los bolsiqueadores y carteristas.
Traqueteros.- Son
aquellos delincuentes que han optado por salir de sus zonas de influencia, en
parte por la saturación de bandas criminales en sus entornos, o para
complementar sus delitos en el interior de sus organizaciones, y merodean las
zonas de clase media-alta de la ciudad en automóviles. Curiosamente, las zonas
más peligrosas de la ciudad no cuentan con efectivos policiales, y las zonas
más tranquilas tampoco. Las zonas medias se salvan cuentan con mayor presencia
policial, pero son poco atractivas para los delincuentes porque existe mucha
congestión de personas. Por ello, los traqueteros prefieren las zonas
tranquilas, los cuales son espacios dormitorio, a dónde las personas retornan
luego de trabajar durante el día. Principalmente en las noches, estos delincuentes
asaltan a personas que se encuentran solas en espacios residenciales a altas
horas de la noche, sin que nadie se percate del delito ni pueda socorrerlos. En
este caso, la movilidad geográfica por estas zonas residenciales durante la
noche es la práctica por excelencia de los traqueteros. Estos delitos se
observan a menudo en zonas de San Borja, San Miguel, Magdalena, Santiago de
Surco, Chorrillos, etc.
Marcas.- Estos
delincuentes coordinan con personal trabajador de las instituciones financieras
del país para saber de antemano quien retirará altos sumas de dinero y la
trasladará físicamente, por lo general en sus automóviles. En este caso, la
estrategia consiste en ubicar diferentes móviles en todas las vías de salida de
la institución financiera para hacer un seguimiento a la persona que retiró el
dinero, de modo que será interceptada en algún punto del camino. La ubicación
del lugar de intercepción es variable, pero se conocen casos donde se ha
interceptado la móvil en avenidas principales, sin esperar que la víctima
llegue a zonas residenciales como es el caso de los traqueteros. Los marcas
roban el dinero en las avenidas principales porque no saben con certeza donde
irán a parar con el gran monto retirado. Para asegurar la operación deben interceptar
la móvil y robar el dinero cuanto antes.
Geografía del delito a nivel nacional
Una revisión de los siguientes mapas a escala departamental
nos revela el grado de centralidad principal que tiene Lima, donde se
concentran los más altos índices de criminalidad. Sin embargo, debemos tener en
cuenta que las cifras presentes en los siguientes mapas son absolutas, por lo
tanto no son propiamente comparables entre departamentos ya que cada
departamento tiene diferencias demográficas y en las dimensiones espaciales de
su territorio. Viéndolo de otra manera, no es lo mismo tener 1000 delincuentes
en una ciudad de 8 millones de habitantes, que tener 800 delincuentes en una
ciudad de 1 millón, pues, a pesar que la primera ciudad aparezca con más delincuentes,
sería recomendable utilizar una tasa, pues la probabilidad de toparte con un
delincuente sería mayor en la segunda ciudad que en la primera. Este problema
en la lectura ha sido corregido para ser utilizado en el “modelo de Edivia”
para análisis sobre la delincuencia y la población penitenciaria de futura
publicación.
Mapas de la distribución de delitos y otras variables relacionadas
en Perú 2012
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Nótese que en todos los mapas Lima está en primer lugar. Sin embargo está distorsionado en cuanto no se ha corregido el problema de la cantidad poblacional.
Curiosamente donde hay más problemas hay menos cárceles.
Las bandas criminales se encuentran en todo el país. Sorprende el caso de Cusco y Ucayali. Piura en el norte tiene una importante participación también. Aunque todos los departamentos lejos de la cantidad de bandas desarticuladas en Lima: 2180 bandas.
La zona de Loreto y la selva norte presenta un número considerable de detenidos y se mantiene a mitad de la proporción siguiendo la clasificación "Natural Breanks".
Habría que ver cuánta relación hay entre la población en penales y el número de penales o cárceles. Lima sigue en primer lugar también.
La delincuencia tiene una característica espacial que debe ser estudiada para entenderla y combatirla. Independientemente de las formas de combate, la geografía tiene el deber de entender a fondo el comportamiento espacial de la delincuencia. Lastimosamente, en muchos países aun no se ha hecho ni siquiera el esfuerzo. Empecemos ahora y no nos robarán mañana.
[1] Si
la presidencia del Consejo de ministros fuera coherente con el accionar del
gobierno que permite la vida parasitaria de los extorsionadores, entonces
deberían ayudarlos a resolver sus conflictos limítrofes para que roben con
mayor facilidad y sin tanto derramamiento de sangre entre sus filas (es
sarcasmo, obviamente).
[2] El
Comercio, A6, domingo 03 de agosto.
3 comentarios
Es interesante el articulo y el alcance de la geografía para estos temas comunes, sin embargo considero un poco inexacto para enfocar el problema desde el espacio local o barrios bravos y tradicionales como el Rimac o el Callao, que según el autor son el caldo de cultivo para la delincuencia juvenil debido al nivel de hacinamiento, carencia de servicios etc. Hace algunos años realice trabajos sobre la delincuencia en el cercado de Lima (Barrios Altos) y vivi en el Rimac – Huascaran y lo percibido a lo largo de mi vida es que la delincuencia tiene una jerarquía, es muy dinámica, organizada, y posee redes, asimismo sostener que el espacio posee un condicionamiento al individuo no es exacto. Finalmente considero que la ciencia geográfica podría aproximarse más en el tema siempre y cuando consideren otras variables locales.
ResponderEliminarUn saludo colegas Mario Polar CGP – 124
Importante comentario Mario, muchas gracias. Como mencionas, la geografía tiene mucho que estudiar al respecto sobre este tema y esperemos que en lo sucesivo la comunidad geográfica lo investigue como corresponde.
ResponderEliminarSobre la relación entre los espacios de cultivo de delincuentes y los ejemplos citados, en realidad no es demostrable fehacientemente por falta de estudios más serios, de preferencia con base estadística. Como el propio título sugiere, esto es una aproximación, sin embargo lo apuntado en el artículo nos parece posible, por lo tanto lo mantenemos como hipótesis, no como teoría, pues aun falta investigaciones que demuestren o desmientan lo afirmado. De cualquier modo, lo importante es comenzar este diálogo para que sepamos más sobre este y otros temas, aun si es errado, solamente intercambiando ideas podemos aprender de nuestros errores, por eso es preferible siempre que publiquemos nuestras ideas con la mayor seriedad posible.
Si puedes relatarnos tus experiencias, puedes enviarnos un artículo sobre la delincuencia al correo ungeografosingeografia@gmail.com y lo publicaremos en este blog. Será de ayuda para todos.
Una buena manera de saber si existe correlación entre espacio y delincuencia podríamos hacerla creando un SIG con la residencia de la población penitenciaria. Quizá encontremos esa info en la data del INPE.
http://www.inpe.gob.pe/contenidos.php?id=415&np=1&direccion=1
Gracias, saludos.
La delincuencia como todos los fenómenos humanos es multi causal, pueden haber una tendencia biológica que se suma a factores sociales (ejemplo, crianza, valores, oportunidades, resentimientos, presión social, etc). El tema geográfico si influye, no por la zona en sí sino por el medio socio económico) porque la gente que vive en barrios marginales tiene menos oportunidades, más necesidades, más frustraciones, cercanía con más delincuentes o antosociales, etc.
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