¿Qué es la crisis del Petróleo? Ideologías contradictorias y Futuro Ecológico
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Lima.- 09 de Enero del 2015
Los vicios por la energía y la
primarización
En el libro “Fundamentos de
Ecología”, se define la energía como “la capacidad de realizar un trabajo”
(Odum y Barrett, 2006). Y en economía, podría decirse lo propio: la energía brinda
la capacidad de realizar trabajos. La energía es muy útil e importante; pero
bajo determinadas condiciones, ser un país rico en recursos naturales puede ser
negativo. El problema comienza cuando un país deja –consciente o inconscientemente-
que sea la energía la que haga todo
el trabajo lucrativo de la sociedad. Cuando la energía es el principal bien
producido en un territorio y se deja de lado el desarrollo de industrias que
produzcan artículos con valor agregado, la economía del país pende de la mano
invisible de la oferta y la demanda. En otras palabras, cuando un país depende
demasiado de un commoditie
–denominación genérica para los recursos naturales con precios volátiles en el
corto tiempo- su economía será más vulnerable que la de un país con diversidad
productiva.
Por esta razón, en el inicio del
año 2015, los países dependientes del petróleo están desacelerando su
crecimiento de un modo pasmoso. Esta gran dependencia por los combustibles
fósiles la encontramos en Venezuela (98% de sus ingresos por exportaciones),
Arabia Saudí e incluso en Rusia. La economía de estos países crece o decrece al
ritmo como sube o baje el precio del barril de petróleo.
Los países de la OPEP deberán pensar otro modelo de desarrollo. |
Guerra de Precios
Desde que Estados Unidos inició
la producción industrial del gas y petróleo de Esquisto, el cual es un
combustible no convencional comparado con el petróleo crudo, aumentó la
disponiblidad de recursos hidrocarburíferos en la nación de mayor consumo
energético. La producción estadounidense ha crecido desde 5,5 millones de
barriles diarios en el 2008 hasta 9 millones diarios en la actualidad
(Kuczynski, 2015). Este aumento productivo se debe a la nueva forma
desarrollada para extraer el gas y petróleo de esquisto conocida como
fracturación hidráulica (“fracking” en inglés), así como al conjunto de
políticas norteamericanas que desalientan el consumo vehicular.
Normalmente, el precio del
petróleo ha estado dictado por los intereses de la Organización de Países
Exportadores de Petróleo (OPEP), conocidos como un oligopolio o cartel natural.
Debido a que el petróleo es escaso y necesario para la sociedad industrial
contemporánea, los pocos países que cuentan con exiguas reservas de “oro negro”
decidían cuál era el precio “justo”. Evidentemente, para los consumidores ese
precio “justo” en realidad era percibido como muy injusto. Todo lo contrario
sentían los productores como Arabia Saudi, Venezuela, Irak, Libia, etc. Tener
el poder de definir los precios reduciendo la producción era como poseer una “gallina
que ponga huevos de oro”. Al menos por ahora, todo esto se ha terminado gracias
a que Estados Unidos está produciendo ingentes cantidades de hidrocarburos.
Ian Timbarlake (2014), de la
agencia de noticias AFP, indica que las exportaciones de petróleo desde Arabia
Saudi hacia Estados Unidos disminuyeron 30% desde 1.25 millones de barriles de
petróleo por día (bpd) en julio y agosto hasta 900 mil bpd en noviembre del
2014. En ese mismo momento el precio del barril de petróleo cayó hasta 70
dólares, desde los U$S 100 donde se encontraba. Ante ello, se llevó a cabo una
reunión de la OPEP donde Arabia Saudí decidió mantener la cuota de producción
en la OPEP (30,6 millones de bpd) y no disminuirla, ante la negativa de
Venezuela y otros países más que buscan estancar la producción de petróleo para
que aumente el precio. En estas circunstancias, el precio por cada barril está
a punto de alcanzar los 40 dólares.
¿Ganadores y perdedores?
Los países que saben llevar sus
finanzas (lo relacionado a los ingresos, egresos, activos y pasivos de la
nación) no tienen tantos problemas en asumir esta nueva coyuntura competitiva
que tira el precio hacia abajo. Arabia Saudí no desea perder clientes. Si redujesen
su producción y aumentaran los precios, la producción estadounidense sería más
competitiva que la de la OPEP, de tal modo que no les queda otro remedio que
aguantar el mal momento.
Indicamos mal momento porque es
la forma como ven esta situación en Arabia. La estrategia Saudí es tirar el
precio lo más bajo posible para que sea insostenible de mantener por los
productores norteamericanos y en el futuro retornen a la situación convencional.
"Arabia
Saudita intenta dejar fuera de combate a sus competidores del petróleo de
esquisto", asegura el economista saudí Abdulwahab Abu Dahesh[1].
Por lo pronto, la caída del
precio le conviene a todo país que sea importador de petróleo, pero daña la
economía de los petro-estados como Venezuela o Rusia, entre otros. En
particular, estos dos países tienen graves crisis internas ya. Mientras
Venezuela se encuentra en inflación, recesión y crisis sociales; Rusia está
enfrascada en una guerra por el ego de su presidente anexando y perturbando territorios
de países vecinos al estilo de un monarca medieval, todo lo cual ha traído
sanciones severas por parte de la Unión Europea y Estados Unidos en materia
económica y comercial. En ese sentido, dentro de la OPEP, los intereses
nacionales en torno al petróleo son diferentes y está llevando una suerte de
crisis interna del cartel[2].
¡Por el socialismo monopólico!
A propósito de la caída del
petróleo es conveniente destacar la manera peculiar como los políticos abordan
el problema de los combustibles fósiles, sus efectos en el clima y su condición
de commodities.
Nicolás Maduro, presidente de la
República Bolivariana de Venezuela, siempre se ha manifestado en contra del
imperialismo monopólico. Él no es el único, lo fue también su fallecido antecesor
así como su partido político “socialista unido de Venezuela”. Sin embargo, más
que las declamaciones importa el ejemplo en la práctica. Maduro, de la mano con
su ministro de relaciones exteriores, Rafael Ramírez, vienen pregonando la idea
según la cual es culpa del capitalismo norteamericano la baja del petróleo, que
es una confabulación contra la que deben luchar. En otras alocuciones hace referencia
al daño que genera el bajo precio del petróleo.
"Estos métodos, llamados fracking (extracción
hidráulica), destruyen la corteza terrestre y han inundado el mercado y bajado
el precio. (…)Nuestro ministro (de Exteriores) Rafael Ramírez, está en Ecuador
evaluando, coordinando con el Gobierno del
presidente (Rafael) Correa, y vamos a llevar una propuesta a la OPEP para
defendernos de este tipo de producción", dijo Maduro[3].
El presidente venezolano ha
enfatizado que el precio justo del barril es U$S 100[4].
La pregunta que todos se hacen es: ¿y quién es Maduro para saber lo que es un precio
justo? Para todos los importadores de petróleo, que son mayoría, la caída de
los precios hace bien. En ese sentido, no pueden negar que el gobierno
venezolano utiliza todos sus esfuerzos por mantener su única fuente de ingresos
a costa del daño mundial que realizan al producir petróleo que necesariamente
será quemado e impactará el planeta con partículas de carbono. Es ridículo que
el ministro Ramírez diga que "Estados
Unidos está contaminando sus acuíferos, está emitiendo la mayor cantidad de
gases de efecto invernadero lo que jamás se había hecho para producir, por su
interés económico, petróleo", como si los venezolanos no hicieran lo
mismo. Es más, Venezuela es parte del cartel más grande y poderoso del mundo,
la OPEP. Como pueden ser tan cínicos y criticar a los demás pero no mirarse a sí
mismos. Precisamente, en esta circunstancia vislumbramos lo que Andrés Oppenheimer
critica de los latinoamericanos: ser poco o nada autocríticos. En los países
donde predomina el populismo, la falta de modales diplomáticos y de ciencia en
sus políticos, esto es más notorio aun.
El
ejemplo del llamado socialismo danés
Mientras los mandatarios más
retóricos contradicen sus palabras con los hechos, en Europa avanzan de un modo
diferente respecto al uso de combustibles fósiles y no se sienten
particularmente aludidos por la baja del precio, incluso hay quienes consideran
que la caída del precio del petróleo incentivará su consumo, con efectos
adversos para la lucha contra el calentamiento global. Esto es lo que piensan
en Dinamarca, denominado por algunos como “país socialista”.
Dinamarca posee diversas
industrias nacionales en temas de transporte, petróleo, electricidad, etc.
Podría definirse como una economía de mercado con participación del Estado en
ciertas áreas de la economía. Actualmente es un ejemplo ecológico porque ha
desarrollado una tecnología eficiente para racionalizar el consumo energético
en las ciudades.
Durante la crisis del petróleo
del 70 en el siglo XX, muchos países sufrieron. Estados Unidos, por ejemplo,
prohibió la exportación de petróleo, obligando a que todo debía consumirse
internamente. Dinamarca llegó al extremo de no permitir que circularán
automóviles los días domingo. En ese momento, decidieron comenzar un nuevo
sistema de calefacción urbana masivo, consistente en utilizar el calor de
centrales eléctricas y de fábricas para calentar agua en redes subterráneas.
Existía desde 1925, pero tras la crisis decidieron expandirlo. Esta agua
recorre toda la ciudad y brinda calefacción actualmente al 98% de los hogares
en Copenhague. De esta manera, han logrado utilizar el calor que de otro modo
se perdería para calentar las viviendas de su población sin utilizar energías
fósiles.
Este sistema está siendo
estudiado por muchos países para implementarlo en el futuro. Tanto China como Estados
Unidos estudian la forma y los daneses están transfiriendo el conocimiento para
que sea una realidad en el mundo. Ni siquiera la tecnología rusa se compara con
la calidad que ha adquirido el sistema de redes de calefacción hidráulica danés,
ya que la primera tiende a sobrecalentar las casas y no puede regularse por lo
que las personas deben abrir puertas y ventanas para que salga el calor.
Esta pasión, tildada antaño de
socialista, ha llegado al 60% de hogares daneses, mientras que en Alemania solo
llega al 13% y en Gran Bretaña al 1%. No es lo único que hace Dinamarca. También
ha gravado el uso de electricidad con los impuestos más altos dentro de la
Unión Europea, desincentivando su consumo. Además, el 41% de los viajes a los
centros de trabajo se realizan en bicicleta. Es más, Copenhague ha fijado
convertirse en la primera capital libre de carbono en el mundo cuando llegue el
2025, para lo cual invertirá inmensas sumas de dinero en turbinas de viento colocadas
en alta mar (Oliver, 2015)[5].
El problema al que se enfrenta es
la continuidad de las políticas así como los riesgos asumidos por los
inversionistas privados que deben competir contra el uso de energías fósiles
baratas. Mientras lo primero responde a un aspecto propiamente cultural, las
razones económicas no pueden trastocarse solamente con buenas intenciones. En
este punto es importante saber la importancia de las cumbres sobre el clima así
como la COP20, donde se viene avanzando al respecto.
Las finanzas ambientales
Jeffrey Sachs (2015), profesor de
desarrollo sostenible y de Política y Gestión de la Salud y director del
Instituto de la Tierra en la Universidad de Columbia, destaca en su artículo “La
financiación de la seguridad climática”[6]
que las cumbres mundiales están perfilando el nuevo documento matriz de las
finanzas. A partir de este, toda actividad con alta generación de carbono será
multada a nivel mundial. En general, todo lo que haga daño –las llamadas
externalidades negativas ambientales- serán gravadas tanto por instituciones
financieras como por los estados. Así, una inversión en actividades
contaminantes tendrá un préstamo del banco con tasas de interés más elevadas y
el Estado cobrará mayores impuestos. La idea es promover el uso de energías
renovables.
Por ello, Jeffrey Sachs considera
que la crisis del precio del petróleo no es más que un preámbulo de los
problemas que tendrán los petro-estados en el mañana. A medida que el mundo
financiero se oriente hacia las energías renovables, los países que estanquen
su estructura productiva como exportadores de petróleo tendrán mayores
dificultades.
“Aunque las
señales del mercado aún no son demasiado claras, los inversores que han tenido
más éxito este año han sido los que han vendido sus acciones correspondientes a
combustibles fósiles, con lo que se han librado del hundimiento de los precios
del petróleo. Tal vez hayan tenido suerte simplemente este año, pero su
decisión de desinvertir es acertada a largo plazo, porque se adelanta
correctamente al futuro cambio normativo de abandono de los combustibles
fósiles y su sustitución por energía con escasas emisiones de carbono” (Sachs,
2015).
En la actualidad, Noruega y
Suecia cobran 100 dólares por tonelada de carbono emitida a la atmósfera.
Estados Unidos está orientando su nueva reglamentación para colocar un costo de
40 dólares por tonelada de carbono a sus industrias.
“A medida que
otros países y empresas introduzcan la fijación de precios correspondientes al
carbono, la contabilidad interna del costo de las emisiones de carbono
aumentará, las inversiones en combustibles fósiles resultarán menos atractivas
y as inversiones en sistemas energéticos con escasas emisiones de carbono
resultarán más interesantes”. (Sachs, 2015)
Conclusiones
La caída del precio del petróleo
se debe a una guerra de precios entre Estados Unidos y Arabia Saudí. Esto
beneficia a los importadores pero perjudica a los productores-exportadores. En
el caso de Venezuela, país rentista que obtiene el 98% de sus ingresos del
exterior por vender petróleo, esta guerra le hace mucho daño, si sumamos que el
gobierno populista ha intervenido malamente la economía dejándola en
hiperinflación, que ha reforzado la primarización productiva de su país y
dividido sociopolíticamente a la sociedad la cual atravesó momentos de
violencia durante el 2014.
Esta coyuntura nos deja ver las
verdaderas posiciones de los países que luchan por un futuro con energías
renovables y de otros denominados de izquierda, que en la práctica viven de recursos
naturales fósiles como Irak, Irán, Libia, Venezuela, Emiratos Árabes Unidos, Ecuador,
etc. Muchos de los cuales no pueden considerarse democracias. Comparar las
posturas oligopólicas de Venezuela y los miembros alcistas del cartel de la
OPEP, que curiosamente, en el sentido de la propia ideología chavista serían imperialistas
por su proceder mercantilista, con Dinamarca o los países que efectivamente
buscan un futuro con energías renovables resulta sugerente del mundo
político-ideológico en el que estamos y –al menos- a quienes no debemos
defender o apoyar abiertamente.
Aún es pronto para creer que es
posible una nueva matriz productiva renovable. Pero, a diferencia de los
críticos intransigentes, el mundo sigue girando y el cambio de matriz
productiva es un problema que el liberalismo se ha propuesto solucionar con los
incentivos del mercado. Mientras la izquierda acusa al capitalismo del
calentamiento global, no nos muestran una alternativa medianamente viable. ¿Qué
pasará si la democracia liberal soluciona el problema de emitir carbono a la
atmósfera? ¿Dejarán de gritar: “no hay que cambiar el clima sino el sistema”? Será
mejor que la izquierda busque otra excusa para sentirse heroica y
revolucionaria. Solo como contingencia.
[1] https://es.finance.yahoo.com/noticias/petr%C3%B3leo-esquisto-mira-arabia-saudita-153936174.html
[2] http://www.eleconomista.es/materias-primas/noticias/6376817/01/15/La-guerra-interna-en-la-OPEP-se-recrudece-no-recortaran-la-produccion-por-mucho-que-caiga-el-petroleo.html#.Kku8LtQiV2gHAyF
[3] http://noticias.lainformacion.com/economia-negocios-y-finanzas/petroleo-y-gases-secundarios/venezuela-hara-propuesta-a-la-opep-contra-produccion-de-petroleo-de-esquisto_fk2alWcGPFgpwHTGCemJL1/
[4] http://www.bbc.co.uk/mundo/ultimas_noticias/2015/01/150103_ultnot_venezuela_nicolas_maduro_en
[5] Oliver,
Christian, Corresponsal del Financial Times en Europa. “Hora de Limpieza”. Aparecido
Portafolio, Diario El Comercio, 4 de Enero del 2015.
[6]
Sachs, Jeffrey; Escribe para Project Syndicate “La financiación de la seguridad
climática”. Aparecido Portafolio, Diario El Comercio, 4 de Enero del 2015.
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