Analizando con cautela al banquero de Sócrates

18:10

 Autor: Alex Marcelo Carrillo Díaz. 

Geógrafo. 

La obra de Platón tiene muchos críticos quienes suelen asumir al pie de la letra algunas de sus afirmaciones. Sin embargo, tomar aspectos de su obra desconectándola de otros pasajes de la misma nos puede llevar a malentendidos. Para que quede un poco más claro, veremos un caso en el que podemos llegar a una conclusión apresurada y contraria a lo que realmente quiso decirnos el personaje principal de los diálogos platónicos, Sócrates, donde intenta construir el concepto de justicia para su ciudad ideal, valiéndose de la tertulia con Adimanto.

El ejemplo de El Profesional

Para ubicarnos en el tema, antes de hablar de los griegos, hablemos de cine. En la película El Profesional, Jean Reno interpreta a León, un asesino a sueldo, o, un “limpiador”, como dirían los italianos en Nueva York.  El dinero ganado por León era guardado por Tony, el dueño de una trattoria, quien vendría a ser una especie de banquero informal o artesanal.



El personaje de León nos presenta a un individuo con problemas para relacionarse con otras personas. Quizá por la vergüenza de no saber escribir, por su personalidad, o por ambos motivos, sus contactos y horizontes de vida estaban limitados a la mafia italiana neoyorquina. Tony, el dueño del restaurante, manejando una personalidad ruda o afable según lo requiera cada situación, se aprovecha de la personalidad ensimismada de León[1]. Representando una especie de figura paterna, Tony genera cierta confianza en León para que le entregue su dinero y lo guarde, garantizándole transparencia y seguridad. Los bancos pueden quebrar y perder tu dinero, a Tony nadie le roba dinero, soy más seguro que un banco decía en tono tranquilizador. ¿Tan honesto era Tony? Es difícil pensar que sí. Tony no llevaba las cuentas de León y seguramente usaba el dinero que le daba en su conveniencia. La película nos muestra sigilosamente el carácter traidor de los miembros de la mafia italiana.

Ahora enfoquémonos en usted, lector. Si no pudiera tener consigo todos sus ahorros y necesita guardarlos, ¿recurriría a un banco o a una persona? ¿le daría todos sus ahorros a alguna persona que le inspire mucha confianza? ¿en cuántas personas confiaría una gran cantidad de dinero?

Pocas veces, entre los científicos sociales, se repara o destaca la seriedad con la que actúan los bancos en nuestro tiempo. Jaime Bayly, periodista y escritor peruano, en la presentación de su libro Pecho Frío, decía medio en broma, que los bancos no tienen código de ética. Luego de la crisis subprime del 2008 casi cualquier persona podía catalogar a los bancos con los peores adjetivos sin parecer ofensivo o ridículo. ¿Tan malos son los bancos? Si nos remitimos a lo que pensaba Sócrates en La República de Platón, quizá podamos sorprendernos de que el banquero honesto, según su interpretación, representa la aplicación del concepto de justicia, o, al menos, el banquero podría representar una de las tantas aproximaciones válidas que sugiere para el arte de ser justo.

Sócrates y la búsqueda de la justicia aplicada

En uno de los diálogos de la República, Sócrates recuerda lo que decía Simónides sobre la justicia: darle a cada quien lo que le conviene[2]. A lo que Sócrates replica diciendo que muchas profesiones o artes son capaces de darle a otra persona algo que le conviene. La medicina, por ejemplo, estudia la salud y nos brinda curas y sugerencias, resultando ser beneficiosa particularmente para quienes padecen de enfermedad.

Siguiendo ese criterio, si la medicina nos da salud y sirve a los enfermos ¿Qué nos dará y a quién servirá el arte de la justicia? Céfalo, con quien dialoga Sócrates en ese momento, intenta responder y sugiere que quizá la justicia sea hacer el bien a los amigos y el mal a los enemigos, siendo el momento crucial, para aplicar la justicia, la guerra. Tras escucharlo, Sócrates pregunta si acaso la justicia no es útil en tiempos de paz. Céfalo responde que sí, a lo cual, pensando un momento, cambia su repuesta e indica que puede la justicia ser útil a quienes crean asociaciones, donde se requiera confiar el dinero de una persona en otra.

Evaluando diferentes situaciones, Sócrates concluye que la justicia, en el sentido expuesto por Céfalo, es útil cuando los recursos productivos se encuentran en estado de reposo. Si un recurso, como puede ser el dinero o alguna herramienta, no se utiliza, entonces debe guardarse, sea en una bóveda, sea en un almacén, y conviene que la persona que practica el almacenamiento del bien sea especialmente justa, ya que no debe hacer uso del recurso, conservarlo tal y como se lo entregaron, y devolverlo de la misma manera. La virtud de ser justo es fundamental para quienes actúen como banqueros, ya que, sin esta, queda deslegitimada la esencia de su propia actividad.

La ética del capitalismo banquero para Sócrates

Siguiendo el criterio de Sócrates, y considerando que al menos una de las expresiones más elevadas de justicia se expresa a través de los banqueros, podríamos decir que el mundo contemporáneo es la sublimación del concepto de justicia. El triunfo de la banca a nivel mundial dentro del capitalismo, posicionándose como el agente más rentable del sistema ¿podría considerarse el triunfo de una virtud discutida dentro de la República de Platón? ¿el bien habría triunfado sobre el mal? ¿la virtud se habría impuesto por sobre el vicio?

Si seguimos la obra de Platón, podemos afirmar que nuestro autor respondería que no a tales preguntas. No cabe crear dudas sobre la importancia de contar con un sistema bancario, aun cuando pareciera que hoy la sociedad occidental no los aprecia como adalides de la justicia. A lo mejor y es que en el fondo compartimos otro criterio platónico más. Comparando virtudes con virtudes, el triunfo contemporáneo de la banca no implicaría solo bondades y beneficios. Desde la ética platónica, el excesivo afán crematístico de la justicia banquera socava otros valores necesarios para su República. Como nos explica Sócrates conversando con Adimanto.

—«En este caso, acabamos de encontrar dos cosas a las que los guardianes deberán prestar la mayor atención para que no se introduzcan en la ciudad subrepticiamente».

—«¿Y cuáles son esas dos cosas?»

—«La riqueza —dije yo— y la pobreza. La primera procura la molicie, la pereza y el amor a la novedad; la segunda, además de este mismo afán, la bajeza y la malicia» (Platón, 152).

Conclusión

Como indica Sócrates, luego de destacar una versión de lo que puede ser la justicia aplicada en el quehacer social de una ciudad a través de la banca, en otro apartado posterior nos explica que en su modelo de ciudad no debe existir la riqueza ni la pobreza. Esto nos deja una enseñanza importante para estudiar los diálogos de Platón, y en especial, La República: debemos tener cautela y no creer en la defensa irrestricta de alguna tesis socrática que leamos, porque es probable que más adelante cambie de parecer o sugiera excepciones a sus propias reglas.

La cautela es una virtud necesaria para la justicia intelectual.

Bibliografía

Platón, Obras Selectas. La República, Diálogo segundo. Ed. Edimat Libros, 2012



[1] León solo amaba a una planta de macetero hasta que conoció a Matilda (Natalie Portman), la niña que le terminará robando el corazón.

[2] Hay una frase atribuida a Marx sobre lo que es la esencia del socialismo que dice: “a cada quien, según sus necesidades, y de cada quien según sus capacidades”. La idea de justicia de Simónides guarda un parecido con esta idea del socialismo de Marx. Sin embargo, parece que los griegos ya habían advertido algunas implicaciones ambiguas de tal expresión.

 

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