Discurso al profesor Juan Daniel Calagua Chévez
Estimado y apreciado profesor Juan Daniel Calagua
Chévez, estudiantes de la base 2008 de la escuela académico profesional de
Geografía, amigos todos.
En esta cena de despedida, cuando han concluido las
clases universitarias y nuestra participación como estudiantes regulares en la
universidad se ha terminado, deseamos hacer mención de la importancia suya,
profesor, en nuestra formación académica y moral por medio de esta breve
declama.
La universidad, por definición, es la institución
de enseñanza superior que comprende diversas facultades, y confiere grados
académicos a quienes concluyen todos los ciclos al interior de una determinada
carrera profesional. Nosotros optamos por estudiar Geografía, desconociendo, la
mayor parte de nosotros, lo que realmente era la institución geográfica en
nuestra universidad y en el país. Este hecho debería ser suficiente para
condenarnos como descuidados y desinformados, pues nuestra vida no debería ser
dirigida por la espontaneidad -la estructura urbana de Lima y demás ciudades
peruanas son un ejemplo negativo de espontaneidad-, sino al contrario, las
acciones de importancia mayúscula deben ser resultado de una reflexión profunda,
a la luz de lo que ocurre en la vida real, de la experiencia y sugerencias de
estudiosos probados y de nuestras aficiones más apasionadas. Un vínculo justo
de estos tres factores podría colocarnos en el lugar adecuado de los estudios
universitarios.
A pesar de nuestro desconocimiento, nuestra
propuesta, una vez insertados en la escuela de Geografía, fue aprender de esta
(en las aulas y fuera de ellas) para proponer mejoras a la misma. No
compartimos la idea de una institución acabada, concluída totalmente, realizada
en todos sus detalles, pues, la renovación es parte necesaria en cualquier
organización e institución. Sin embargo, muy distinto a encontrarnos con una
universidad donde prime la investigación, el debate y el estudio, nos topamos
con el estancamiento, el conformismo, la mediocridad general, el desánimo, como
la ausencia de estudio y debate.
En ese contexto, nuestra participación fue la
propia de un disidente. Cerraríamos filas contra las características malsanas
que la institución geográfica quería imprimirnos, aun cuando vayamos en contra
de las llamadas leyes de la racionalidad económica, donde malos profesores y malos
estudiantes se benefician de la ociosidad mutua al llevar una vida descansada,
sin aportes de ningún tipo, pues la sociedad los mantiene y no hay más que
sobrevivir amparándonos en la autonomía universitaria y en los vacíos legales
que enriquecen pecuaniariamente a quienes saben aprovecharlos. En definitiva,
dirían estos malos profesores y estudiantes, lo que importa es el certificado,
el diploma y las oportunidades de enriquecimiento que puedan coadyuvar a
conseguir. Más que esto, para ellos: nada.
En una situación como la resumida, la presencia de
usted, profesor Calagua, en la escuela de Geografía, significó más que una
fuente de conocimiento. Significó también un estímulo y un reto para seguir
avanzando en la construcción de una universidad mejor, que cumpla con sus
deberes de forma real, pues su enseñanza
traía aparejada una carga moral, sea por la responsabilidad y la puntualidad en
el campo, sea por las largas horas de discusión tras el levantamiento de
información o por el debate en el aula, por la idea de que la investigación
básica no puede ser completamente caótica sino que debe estar dirigida por lineamientos
políticos nacionales también, con todo esto nos demostraba que nuestras
capacidades y el tiempo que tenemos, ha de ser aprovechado de una manera
adecuada. Nos demostraba que una universidad nueva es posible.
Quizá un discurso como este sea demasiado
grandilocuente. Sea más forma que contenido. Quizá una vez que se termine todo
regresará a lo mismo, y quienes aquí nos encontramos en torno a su presencia no
logremos en el futuro ser más que aquellos a quienes ahora criticamos y
denunciamos en la universidad. Sin embargo, lo resaltamos porque queremos que
así no sea el destino. El futuro desenlace de la geografía y de la universidad
peruana no puede ser la derrota de los ideales progresistas. Nuestra
transformación como personas comienza en el mismo momento que intentamos
cambiar la realidad de forma planificada mediante la propuesta de alternativas
inclusivas, justas y realistas. El nuevo ser humano no será solo resultado de
una estructura externa que lo coercione a comportarse de un modo tal. El nuevo
ser humano también es una iniciativa personal. Quizá allí se encuentra la más
grande dificultad para el cambio, pero si desconocemos la potencia real que se
encierra en nosotros, seremos meramente pesimistas. Antes, habremos de
enterarnos de nuestras capacidades para actuar conforme al realismo, y solo el
conocimiento científico nos brinda esa posibilidad. La unidad –aunque pasajera-
y la lucha de los estudiantes de Geografía han demostrado que el cambio es
posible. El camino hacia nuestro soñado desenlace está iniciándose recién.
Profesor Calagua: gracias por ser una lumbrera en
la escuela de Geografía. Gracias por haber permanecido tantos años en su
cátedra. Gracias por demostrarnos que los más grandes geógrafos, hasta ahora,
no tienen tal grado académico, gracias por comprendernos en nuestros defectos y
virtudes, gracias por ser una persona tan seria y amable al mismo tiempo. Cuan
diferente y mejor sería la universidad si de usted dependiera su destino.
Le deseamos grandes éxitos con los nuevos estudiantes
que cada año llegan a su aula y nos llenan de alegría al escucharos decir: “que
interesante es este curso”. Su aporte, para quienes saben apreciarlo, es
inmensurable. Asimismo, esperamos que su aporte a la universidad, a la sociedad
y a la humanidad cada vez sea mayor.
Un entrañable abrazo colectivo profesor. Lo
recordaremos siempre.
Atentamente,
Base 2008 de la escuela académico profesional de Geografía – Universidad
Nacional Mayor de San Marcos
·
Alex
Marcelo Carrillo Díaz