PROBLEMA MINERO PERUANO: COYUNTURA ACTUAL DESDE LA TEORÍA GENERAL

19:54

La acumulación de dinero excedente en manos de los empresarios mineros descuella muy por encima de los salarios recibidos por los obreros mineros. El 14 de Agosto de este año 2011, el gobierno oficializó la remuneración mínima vital en S/.675 (US$242.80), los cuales, divididos entre 30 días laborables de 8 horas cada uno, resulta el pago –por jornal- de S/.22.50 (US$8.09). El aumento de dicha remuneración fue de S/.75.00 (US$26.97) mensuales. Es cierto que los obreros mineros de las grandes empresas mineras, que por lo general son transnacionales, cobran un jornal mayor, S/.43.55 diarios, casi el doble de lo que percibe un trabajador normal con salario mínimo. Esta última cifra corresponde a los mineros de la empresa Shougang Hierro Perú, con sede en el distrito de Marcona, provincia de Nazca, departamento de Ica, al sur de Lima. Muy distinta es la realidad que le toca vivir a los obreros mineros bajo tutela “informal”  del norte de Lima, en Santa Rosa de Quives, por ejemplo. Estos últimos no tienen ningún tipo de seguro de vida, ni equipos adecuados para ingresar al socavón, están expuestos a los sulfuros y óxidos atmosféricos que inhalan mientras excavan la cordillera. A los obreros de mineras informales les pagan en esta zona S/.30.00 el jornal, y pasan 20 días en la parte alta, durmiendo en habitaciones de esteras que no los cobijan del intenso frío de la parte alta en la Quebrada del río Seco. Tal debe ser la poca remuneración percibida por los obreros que en Shougang Hierro Perú estuvo llevándose a cabo una huelga a principios de setiembre (La República, 03/Set/2011). Al interior del país, en Cerro de Pasco, es sabido que los trabajadores almorzaban estando en los volquetes donde laboran, sin tener al menos un comedor donde alimentarse con la mínima comodidad. Decir que las condiciones son infrahumanas, en muchos casos, no es exagerado.
Mientras tanto, la inversión en minería aumenta de manera galopante. Para muestra, está la minera Barrick Gold, que invertirá US$ 550 millones al año 2013. Esta minera es concesionaria de la mina Laguna Norte en el departamento de La Libertad y de la mina Pierina en Ancash.  La previsión de sus técnicos los hace estimar que hasta el año 2018 podrán explotar los yacimientos de oro en Ancash, por lo que esta inversión se ve promovida, es estimulada, gracias al elevado precio de la onza de oro: US$ 1800.

Minas de Barrick Gold
2010
2011
Laguna Norte
808,000 onzas de oro
740,000 onzas de oro
Pierina
191,000 onzas de oro
160,000 onzas de oro
Cuadro 1: Extracción de onzas de oro en el año 2010 y previsión para el año 2011. (Elaboración propia a partir de Gestión 14/Set/2011)
Asimismo, en Perú se encuentra asentada la minera Volcan, considerada la cuarta extractora mundial de Plata y Zinc, con enclaves en Junín y Cerro de Pasco. Tienen proyectado invertir US$ 350 millones para construir una planta de óxidos en Cerro de Pasco que permita incrementar la producción de plata. La producción oscilará entre los 3 a 5 millones de onzas de plata anuales. Vale recordar que el valor en el mercado de la onza de plata es US$ 4,012 (http://www.volcan.com.pe/portada/es/). Mientras que en otra planta, de nombre Rondoní, extraerán 50 mil toneladas métricas de cobre anuales a partir del 2015.
Con estas onerosas, verdaderamente exorbitantes sumas de dinero no tendrían estas empresas problemas en retribuir a la sociedad que los acoge, un monto considerable en caso contravengan los intereses socioambientales de la Nación, por referirnos a algún beneficiario. A qué se debe esta referencia. El organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental ha impuesto 32 multas que suman todas US$ 6 millones. Si consideramos que se divide en partes iguales, a cada minera le están cobrando aproximadamente US$ 187,500. Una multa pequeña a sabiendas del dinero que utilizan para invertir en capital fijo y variable. Joan Martínez Alier ha incluido en su libro “Introducción a la economía ecológica” las perturbaciones que se generan al ambiente por medio de externalidades negativas como la contaminación. Los pasivos debieran ser contabilizados y cobrados mediante las curvas de oferta y demanda. Sin embargo esa es una visión modélica, no es real. En la práctica, el daño puede ser, y de hecho lo es, mucho más elevado que el pequeño monto que pagan las empresas a modo de multa, pero que en realidad forma parte de un gasto más en la producción, debido a los réditos que esto traerá a la minera sin que tengan que implementar todas las prerrogativas ambientales a sus prácticas extractivas, lo cual encarecería mucho sus costos, generando menor ganancia.
El gobierno de turno ha implantado por ello un gravamen a las empresas mineras que llaman “impuesto a las sobreganancias” mineras, propuesta defendida varias veces por el Ing. Humberto Campodónico. Dada esta situación, en la esfera “teórica”, se abre un antiguo debate. Por un lado el ex ministro de economía y finanzas, Luis Carranza, participó de la 30va Convención Minera, y en su discurso expresó lo siguiente:
Vamos a caer en el ranking de competitividad no sabemos cuántos puntos, pero debe quedar claro cómo se va a usar estos recursos generados por el gravamen.”
En la misma línea de pensamiento, agregó:
El camino más rápido al desarrollo pasa por explotar los recursos naturales pero darse cuenta de ello aún está en la agenda de los peruanos”.
Al parecer el ex ministro sí se ha dado cuenta del camino que el país debe tomar. Su comentario se enmarca dentro de las recetas de los economistas neoliberales. Sobre la economía neoliberal: sus exegetas son cuasidogmáticos. Un ejemplo. En estos días el Ministerio de la Producción ha encontrado las cuentas sin pagar por parte de las empresas pesqueras. El monto asciende hasta los S/. 892 millones. Han incumplido no solo con el pago de impuestos, sino que las embarcaciones de pesca industrial han ingresado a la zona más próxima desde la línea de costa hasta 5 millas mar adentro, que le corresponde a la pesca artesanal. Se excusan de tal práctica indicando que los satélites que monitorean sus trayectorias están averiados. Estos delitos prescriben con la connivencia del sector público. De tal manera resulta ilustrativo que en una coyuntura política como la resumida, el periodista Jaime de Althaus (Viernes 16/Set/2011), de pensamiento neoliberal también, haya afirmado lo saludable que es la revisión de los negocios turbios del anterior gobierno con las empresas pesqueras, pero no el escrutinio de las obras concesionadas porque desestimularían a los inversionistas. Como política, esta sería una receta neoliberal irreflexiva, que pasa por alto los controles legales a favor de la inversión privada.
Mientras, por otro lado, escuchamos al abogado congresista del partido oficial de gobierno, dedicado a los intereses de los consumidores, el señor Jaime Delgado, afirmar acerca del gravamen minero lo que sigue:
Será prioritario ya que beneficia económicamente al país. Además en su debate no habrá rechazo debido a que ha surgido producto del consenso entre el Gobierno y las empresas mineras” (Gestión 14/Set/2011).
¿Quién tiene la razón? El problema es estructural, como dirían los gendarmes en el poder del fallecido ex presidente Velasco Alvarado cuando enfrentaban el problema de los asentamientos de vivienda informales (De Soto, El Otro Sendero, 1989). Sin embargo no habría porque considerar que para tales causas estructurales no haya solución. A un problema estructural, una solución estructural. De un lado, del lado empresarial, del lado burgués, observamos una gran acumulación que es reinvertida con objetivos perlucrativos. Perlucrativos son sus objetivos porque la minería es una actividad insostenible, donde se extrae minerales que no se reconstituirán en el ambiente a la velocidad con que se sacan, contaminando el entorno y generando riqueza que es acaparada mayoritariamente en pocas manos. Es perlucrativa porque la minería acumula ingentes cantidades de dinero que no le urge a quienes la invierten. Este dinero acumulado no se distribuye equitativamente con los obreros, con las comunidades nativas, campesinas, con la gente pobre o, aunque sea, con el Estado, su aliado pasivo. La inversión en minería no es exactamente una actividad filantrópica.
Como ya se sabe, las empresas transnacionales tienen divididas la propiedad de la empresa y la dirección de la misma. Esta última recae en administradores especialistas en el asunto de que se trate, en este caso, la minería; esta actividad deberá rendir la mayor riqueza posible, y el administrador, para mantener su puesto, deberá tomar decisiones según aquella premisa. Los economistas Robert C. Merton -Premio nobel de economía- y Zvi Bodie han sido enfáticos en ese aspecto de las finanzas (Finanzas, México, 2003). En su libro se cita un extracto de un informe del presidente y director general de la corporación Honeywell, transnacional, para el año 1994:
Crecimiento rentable. Clientes satisfechos. Liderazgo mundial controlado. Esta es la visión para Honeywell que mis colaboradores en todo el mundo y yo nos hemos fijado. Abarca lo que deseamos ser. Subraya cómo fijamos nuestras metas. Y define cómo cumpliremos el próposito de la compañía, que es crear valor para nuestros accionistas…”. “La compañía está ahora lista para alcanzar nuestra meta financiera primordial: rendimientos totales en el primer cuartil de los accionistas entre nuestros socios”. (Ibid, pág. 13) Con frases similares continúa el discurso.
No puedo dejar de encontrar cierto parecido entre este discurso -del presidente de una corporación- con un líder de kwakiutl, cultura de amerindios al sur de Alaska, la Columbia Británica y el estado de Washington estudiado por varios antropólogos. Estos líderes, por la gran posesión de bienes materiales y el poder que ostentaban dando banquetes a sus co-terráneos, desarrollaron ansias por ganar prestigio, y decían:
Soy el único gran árbol. Que venga vuestro contador de bienes para que en vano trate de contar la riqueza que se va a distribuir”.

También indicaban: “Tribus, no hagáis ruido. Callaos o provocaremos una avalancha de riqueza de nuestro jefe, la montaña sobresaliente”.
No es lo único que decían, también agregaban frases como: “Soy el único en la tierra, el único en el mundo entero que consigue elevar este humo desde el comienzo del año hasta el final para las tribus invitadas” (Harris, “Vacas, Cerdos, Guerras y Brujas”, 1998).
Efectivamente, la osadía y la pedantería en el mundo actual no son bien vistas, razón por la que quizá el presidente de la corporación no sea explícito, como si lo fue el líder kwakiutl; pero en el fondo del discurso, ambos “jefes” guardan aspectos comunes.

En algunos casos, los modos de producción generan un comportamiento tendiente a la competencia por el prestigio social. Podría considerarse que este anhelo, surgente por las condiciones productivas y de distribución de la riqueza, aseveran la tesis del sectarismo o individualismo económico en el capitalismo, que no para mientes en la sostenibilidad por ejemplo. Y ni qué decir de la igualdad económica y la justicia social. Quedan atrás no solo por las condiciones materiales, sino también por el ideario, por la ideología que se desarrolla y nos hace imaginar inmediatamente, en el caso peruano, la imposibilidad de ver a un descendiente norteamericano o europeo trabajando como obrero en una mina. El problema social de la minería, definitivamente, es parte de un mayor problema estructural.

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