Decepción y nacimiento de un aprendiz de ratón de biblioteca
16:43Autor: Alex Carrillo Díaz
Cuando ingresé a la universidad deseaba convertirme en un ratón de biblioteca. Encerrarme entre los libros de las diferentes facultades y aprender. Mi primera impresión fue estupenda. Los ambientes eran bellos, cada biblioteca tenía un aspecto diferente y transmitían magia. Pero la parte más importante resultó muy difícil. Muchos libros de sus estanterías eran complicados, al inicio casi ninguno me resultó placentero. Sé que no fui el único a quien le ocurría. Mis compañeros también se decepcionaban de si mismos. Querían leer y dedicarse a investigar pero no entendíamos lo que leíamos. Era una escena muy triste, jóvenes entusiastas intentando ser científicos, estudiosos y no podíamos avanzar. “Tanto amor, y no poder nada contra la muerte” sollozan en un verso de César Vallejo. Leer, entonces, resultaba una pérdida de tiempo. ¿Sufríamos de incapacidad lectora? Estaba seguro que sí.
Poco a poco perdía motivación. Ir a la biblioteca significaba bostezar, sueño, aburrimiento, cualquier cosa menos crecer intelectualmente. En una tarde de invierno, en segundo ciclo, decepcionado conmigo mismo, como tantos otros estudiantes, me topé con un amigo cerca del comedor. Tenía una separata entre sus manos del filósofo Mario Bunge, de quién había escuchado mucho en ese año. Me dijo que Bunge criticaba y satirizaba a muchos filósofos por sus obras mediocres. Yo no podía creer que se expresara con tal falta de respeto. Para comprobarlo, me la prestó y con sorpresa encontré críticas furibundas contra los filósofos que escriben sinsentidos y cosas difíciles sin significado, a decir del autor. En aquel momento, sin embargo, su mensaje irrespetuoso fue una salvación para mi, una luz en las tinieblas. Tenía una razón para creer que los libros que leíamos podían ser los verdaderos culpables y no nosotros los lectores.
No sé si hice bien en no comentarle a los demás de este descubrimiento. Al final es difícil prever que influencia es la mejor para cada quien. Los pensamientos son como las dietas, no todos los cuerpos la asimilan igual. Muchas personas al entrar en contacto con pensamientos críticos radicales, como eran los de esa separata, terminan convirtiéndose en otra especie de dogmatistas, defensores de un credo, con más contras que pros. Yo mismo fui victima por muchos años de algo así, de un pensamiento científico cerrado. Creo que es muy difícil no defender ideas aun sin conocerlas del todo, más en la juventud.
De cualquier manera, lo positivo fue aprender que no toda lectura es buena. Los escritores pueden carecer de estilo, pueden ser parte de una escuela de pensamiento que usa conceptos sin sentido que no encuentras en el diccionario, o están tan apurados que van directo al grano y se saltan los puntos intermedios, tan necesarios para dejarse entender por los que están empezando o no son especialistas.
Si no entiendes lo que lees, recuerda que no necesariamente es tu culpa. No te sientas mal, y recurre a otro documento que trate de explicarte lo mismo en mejores términos. Los buenos textos son como los buenos deportistas: escasos.
3 comentarios
Buena intro. Tienes pars pulir esos dotes de escritor felicidades
ResponderEliminarSigue así hermano 🙏🏽
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu reflexión. Y lo irrespetuoso, lo irreverente, rompe y te zamaquea.
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